Un Papa insólito

09 de abril 2023 - 01:32

Se ha estrenado hace unos días el documental de Jordi Évole sobre el Papa Francisco, en el que diez jóvenes de distinto origen, ocupación y creencias dialogan con el pontífice sobre temas candentes en la sociedad y la iglesia. El resultado es impactante y en algunos momentos llega a emocionar. La trascendencia de la propuesta no está, me parece, en las respuestas de Francisco a las cuestiones que los jóvenes le plantean.

Algunas de ellas siguen la línea tradicional de la teología y el dogma católicos, como cuando habla del aborto o del papel de la mujer en la iglesia; otras sí descubren opiniones más abiertas y novedosas, al comentar por ejemplo la diversidad de opciones sexuales. El verdadero interés reside en el hecho de que, durante casi hora y media, lo que ve y oye el espectador rezuma verdad y contagia esperanza, un diálogo lleno de autenticidad y valores necesarios para el mundo contemporáneo. Y eso es realmente inaudito tratándose del máximo responsable de una institución casi siempre considerada como una reliquia: unas veces por malicia, otras por ignorancia y la mayoría, es así, por puro y simple alejamiento de la realidad.

Es verdad también que, tras diez años de pontificado, el talante y cercanía de Francisco han mejorado la imagen de la Iglesia en una sociedad cada vez más descreída y secularizada. Pero esos cambios externos, esa campechanía (y bien sabemos lo engañosa que es esta palabra), solo serían un barniz publicitario si Bergoglio no se hubiera empleado a fondo en otra transformación más lenta y necesaria: su empeño en salir a las periferias, las existenciales y las geográficas. Pone en el centro de su mensaje a los descartados, a los que ven vulnerados sus derechos, lo que significa reivindicar sencillamente el evangelio. Y, más difícil todavía, busca descentralizar la institución nombrando a cardenales de países periféricos, lo que denota un vuelco radical en la visión geopolítica de la iglesia que se hará notar en el próximo cónclave.

Francisco pasará a la historia como un papa insólito. No porque lleve zapatos normales o cuente chistes, sino porque transmite una voluntad genuina de estar con la gente corriente en sus experiencias, anhelos y sufrimientos cotidianos.

La Iglesia de Jesús no es una institución celestial hecha para la otra vida, sino para acompañar en esta a personas que viven en un mundo complicado e injusto. Hoy, el día que los cristianos celebran que es posible subvertir la historia, es apropiado recordarlo.

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