Palomas y gaviotas

Estas aves han empezado a extenderse por toda la ciudad y campan a sus anchas entre el ser humano

Huelva bien podía ser escenario de un remake de Los Pájaros, de Hitchcock. La población de aves ha aumentado considerablemente en la capital onubense, fundamentalmente la de palomas y gaviotas. Las primeras se concentraban en un principio en un punto determinado de la ciudad, concretamente en Los Jardines del Muelle, conocido popularmente como el Parque de las Palomas, conformando un atractivo más de este espacio público y aún sigue siéndolo. Posteriormente, coincidiendo con la llegada del picudo rojo, insecto que acabó con gran parte de las palmeras (las pertenecientes a la familia Phoenix Canariensis) que había en la urbe, entre ellas un número considerable de Los Jardines del Muelle, las palomas se trasladaron a la céntrica Plaza de las Monjas y poco a poco se han ido extendiendo por el resto de la ciudad.

Junto a las palomas se encuentran las gaviotas, que han dejado lo que se consideraba su hábitat natural, la zona portuaria, y en busca de alimento se han ido adentrando en la ciudad y tomando posiciones, especialmente, en las inmediaciones de colegios e institutos. En los tejados de centros educativos y en el entorno permanecen y esperan pacientemente a la hora de recreo para aprovechar las migajas de bocadillos o pequeños restos de comida que puedan dejar los estudiantes. Han encontrado en estos espacios un lugar en el que abastecerse de comida sin tener que esforzarse para ello. Su presencia se ha convertido en algo cotidiano que se asume como algo normal cuando no debería serlo.

Estas aves, de gran porte, han cambiado sus hábitos, han abandonado los muelles, y campan ahora a sus anchas por la ciudad, se han acostumbrado a vivir en plena urbe, permanecen ojo avizor y vuelan raudas a la hora de llevarse algo de comer al pico. Para beber y refrescarse eligen fuentes ornamentales, en la ubicada al inicio de la avenida de Andalucía, a la altura del Parque de Bomberos, se pueden ver diariamente. Poco a poco la población de gaviotas va aumentando y cada vez hay más ejemplares, al igual que de palomas, que conviven sin inmutarse con el ser humano.

Por el momento la situación parece ser llevadera. Ambas especies protagonizan bellas estampas y llaman la curiosidad del transeúnte pero también desesperan a ciudadanos que residen en edificios donde se concentran. Estos se ven obligados a retirar excrementos de balcones y ventanas y volver a lavar la ropa que estaba tendida. Aves en la ciudad sí, pero en su justa medida.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios