La tertulia radiofónica donde participaba don Pablo Iglesias ha sido suprimida tras las elecciones, asunto que, de momento, solo ha llamado la atención del ex ministro Margallo, del periodista Luis María Anson y de la todavía ministra doña Ione Belarra, quien acusa al poder de un cerco mediático a Podemos, cuyo último paso sería este de la cancelación del señor Iglesias. Damos por hecho que, de no hallarse de vacaciones, nuestro retén progresista ya se habría pronunciado contra tal atropello (“Primero vinieron a por Pablo Iglesias...”, etcétera); pero la vida es siempre misteriosa, de modo que ahí tenemos a don Pablo, un tanto desamparado, por motivos que a nadie se le escapan: la jibarización de Podemos a manos de Sumar y PSOE, la “decapitación” simbólica de doña Irene Montero por obra de los mismos actores, o el cambio de la política española, aún sin explicar, en lo que concierne al Sahara occidental.

Don Pedro Sánchez, también sin explicación alguna, se ha ido a veranear a la teocracia alauí, lo cual no parece un gesto particularmente beneficioso para la imagen de España, y en mucho menor modo para los afligidos saharauis. La cuestión, en todo caso, es que don Pablo Iglesias aún posee cierto peso en su partido, y si don Pedro Sánchez pretende arbitrar un gobierno heteróclito apoyado en fuerzas contrarias (contrarias al interés general y a la democracia española, en no pocos casos, pero también con grave animosidad entre ellas), parece que habrá de negociar algún ministerio con Podemos. ¿Olvidará el señor Iglesias las reiteradas dulzuras con que la señora Díaz les ha distinguido, a él y a su señora, doña Irene Montero, en los últimos meses? ¿Dejará don Pablo de atornillar a sus enemigos –recuerden la distinción de Churchill entre adversarios y enemigos– ahora que quizá se acerquen las negociaciones, si el ganador de las elecciones no arma una mayoría suficiente?

En su obra sobre la cultura de la cancelación, la periodista italiana Constanza Rizzacasa recuerda que “no solo la izquierda es la que cancela”. También la derecha gusta de tales placeres. En el caso del señor Iglesias, sin embargo, doña Ione Belarra y el ex ministro Margallo tienen pocas dudas al respecto: han sido sus aliados de progreso, llamémosle Sumar, mano mediante de doña Yolanda Díaz, quienes han cancelado al señor Iglesias, para que no se manifieste contra las actuales políticas del Gobierno. Por ejemplo en el Sahara. Si esto es así o no –don Pablo reducido a silencio– es algo que averiguaremos en breve.

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