Ll otro día mi cuerpo se elevó tras aspirar el olor de un refrito y volé hacia la cocina de mi abuela, a la de mi madre: sí, como los dibujos animados de antaño. Me hizo recordar el pueblo, las noches con pijama de franela, las tortillas de bacalao y el fuego de una candela. El pitido de una olla express, las sillas de enea, las tardes al fresco: hasta vi las manos de mi abuela con Nivea. La caja de galletas llena de hilos, agujas y tijeras; alacena con especias y cuarto de baño en el patio.

Hay olores que nos acompañan toda la vida, los llevamos cosidos en el corazón como recuerdos dulces de una época ya demasiado lejana, según las primaveras que hayas cumplido.

El pan recién hecho, el aroma del café, las páginas de un libro, un bizcocho recién salido del horno, noche de sábanas limpias…

Beso en el hombro al que sale de la ducha con aroma a leche y almendras, a miel y esencia de rosas; sin parabenos ni siliconas ni sulfatos, por supuesto.

Ese amigo que te abraza, que comparte su perfume contigo para toda la semana. Esa tostada con ajo que tu pareja no te deja comer por la mañana, ni la cebolla de la ensalada. Olores que atrapan, olores que matan, que embriagan. La basura que no sacaste anoche, el pañal que se olvidó en la papelera, los tomates podridos del cajón de la nevera y el arenero del gato. Olores de rutinas, olores de familia que calan y enamoran, olores universales que compartimos con personas de cualquier parte del mundo. Flores aromáticas, difusores de aceites esenciales, incienso, espray para la ropa y velas de todos los colores.

Los sentimientos, los recuerdos y las emociones son gestionados por nuestro sistema límbico del que forma parte también el bulbo olfatorio el cual reconoce los olores. De aquí que exista una memoria olfativa la cual hace que esté todo relacionado: la culpable de los viajes al pasado, a veces tristes, otras veces alegres.

Existe un recurso literario llamado sinestesia que consiste en mezclar sensaciones de sentidos distintos o mezclar dichas sensaciones con sentimientos. Es un recurso fascinante que enriquece y alimenta nuestra forma de expresarnos, de percibir el mundo que nos rodea. Todo está conectado, mezclado, fundido… "Es de oro el silencio, la tarde es de cristales". (Juan Ramón Jiménez). "Tu nombre me sabe a hierba". (Joan Manuel Serrat)

Si mi pareja me engañara y tuviera que usar la sinestesia como recurso en un giro de guion dramático le diría: "Siento tu mirada cobarde cuando entras en casa, tus mentiras me saben amargas como la mermelada de naranja. Tu olor a decepción me susurra el triste final, ese que mancha de oscuridad y rencor nuestra historia de amor".

Llegó la hora de la despedida. No diré nada más: pasaré por tu lado y dejaré la esencia a jazmín que tanto te gusta. Cierra los ojos e imagina que estás rodeado de naranjos en flor, pasea entre los árboles y siente su aroma: así quiero que recuerdes mi ausencia. Volveré pronto, cuando menos te lo esperes.

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