Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Anatomía de un bostezo
EL día empezó con sobresalto radiofónico. La emisora apareció de forma inesperada en el dial de la radio de mi coche. Isabel Gemio.
El tema a debate era algo así como el derecho de los hijos adultos, pero que muy adultos, a una pensión de los padres si no pueden sostenerse económicamente. Vamos, que el hijo/a puede denunciar a sus progenitores y obligarles a sostenerles. Hay sentencias judiciales al respecto.
Me quedé estupefacto. A la permisividad familiar, el mimo, la incoherencia educacional a todos los niveles, el sistema, el paro y todo lo que ustedes quieran, ahora resulta que a esos jóvenes y no tan jóvenes que han hecho bandera de la filosofía de " vivir de los padres hasta que pueda vivir de los hijos", se les aporta una nueva herramienta; si no funciona, se puede ir al Juzgado y obligar a los sufridos papás a comulgar con el axioma.
No son todos, claro está, y prefiero pensar que son una minoría, pero ¿qué les pasa a los padres hoy en día?
La falta de trabajo y de oportunidades no es un argumento para tratar a nuestros chicos, a menudo hombres y mujeres hechos y derechos, con una protección y mimo irresponsables.
A nuestros jóvenes hay que exigirles contrapartidas en esfuerzo, compromiso, solidaridad, estudio, responsabilidad. En definitiva, contrapartidas a cambio de la vida fácil en la que les cobijamos.
Conozco casos verdaderamente sangrantes. Jóvenes adultos que no muestran el más mínimo respeto ni la más mínima colaboración, sin el menor atisbo de formarse o de buscar activamente un empleo, mientras exprimen los recursos de sus padres desde la exigencia.
El sistema educativo no enseña, ni en la enseñanza media ni en la superior, una asignatura que debería formar parte de cualquier formación.
"Valorar lo que se tiene", porque a esos jóvenes mimados por sus irresponsables padres se les sustraen herramientas sociales para validarlos en una sociedad que cada vez es más difícil.
Educar es difícil y tiene un coste emocional que hay que asumir. El de poner límites, lo cual genera inevitables situaciones complicadas y dolorosas en lo emocional.
No querer enfrentarse a ellas, no resuelve. Al contrario, agrava las situaciones hasta hacerlas insostenibles e irreparables.
Siempre he pensado que educar implica mucho amor, más dificultad y en algún momento pasarlo mal emocionalmente, pero es el único camino para dotar de libertad a los hijos y evitar ser rehenes emocionales de los hijos.
¿Ninis? No. Gracias.
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