La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Navas y la campaña electoral

Esa otra España que deseaba Gil de Biedma es la nuestra, en la que importa un mal gobierno y se le puede echar, votando

La entrada –por llamarla de alguna forma– de Miranda a Navas fue un buen símbolo de esta campaña electoral: “Disputar el balón a un adversario, con el pie en forma de plancha con uso de fuerza excesiva, impactando en el adversario, poniendo en riesgo la integridad física del mismo”, como escribió Gil Manzano en el acta del partido. Especialmente por parte de la izquierda porque, con la excepción de Ayuso, hábil en disputar el balón con el mismo uso de fuerza excesiva (y sucia) que sus adversarios usan contra ella, parece que la extrema izquierda con la que cogobierna España ha influido más en el PSOE de Sánchez que la extrema derecha en el PP de Feijóo.

Gil de Biedma escribió que éramos “un intratable pueblo de cabreros” y un “país de todos los demonios”. Miguel Boyer dijo que España era “un país de porteras”, acosado por la prensa del corazón tras haber iniciado una relación con quien reinaba –y sigue haciéndolo hasta con princesa heredera– sobre el papel cuché. Las citas de Gil de Biedma, que se refieren a cosas más serias, pertenecen a Años triunfales y De todas las historias de la Historia, extraordinarias poesías, como todas las suyas, en las que hace un retrato devastador de la España franquista. En la primera escribe: “Media España ocupaba España entera / con la vulgaridad, con el desprecio / total de que es capaz, frente al vencido, / un intratable pueblo de cabreros. / Barcelona y Madrid eran algo humillado. / Como una casa sucia, donde la gente es vieja, / la ciudad parecía más oscura / y los Metros olían a miseria. Con luz de atardecer, sobresaltada y triste, / se salía a las calles de un invierno / poblado de infelices gabardinas / a la deriva bajo el viento”. Y en la segunda: “¿Y qué decir de nuestra madre España, / este país de todos los demonios / en donde el mal gobierno, la pobreza / no son, sin más, pobreza y mal gobierno / sino un estado místico del hombre, / la absolución final de nuestra historia? / De todas las historias de la Historia / sin duda la más triste es la de España, / porque termina mal”.

Afortunadamente aquella España quedó atrás, cumpliéndose el deseo que Gil de Biedma expresaba en la segunda de estas poesías: “A menudo he pensado en otra historia / distinta y menos simple, en otra España / en donde sí que importa un mal gobierno”. Esa otra España es desde 1978 la nuestra, en ella sí que importa un mal gobierno y se le puede echar, votando.

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