Matisse. Matisse.

Matisse.

Estamos a las puertas de la estación del año en la que exponemos nuestros cuerpos serranos en la calle, la playa y la piscina aprovechando que suben las temperaturas: ropa ligerita, bañadores y bikinis pasan a ocupar el protagonismo en nuestro armario.

Son meses difíciles para muchas personas que no están a gusto con su peso corporal: es complicado esconder los kilos que crees que te sobran cuando te tienes que poner el bañador en un sitio público. Venden una bata-manta de toalla versión playera originaria del mundo del surf que sirve de cambiador de ropa que podría ser de ayuda. Lo malo es que te tienes que comprar una tabla de surf para tenerla al lado y hacer como que acabas de salir del agua. Si hace mucho calor puede que lo pases mal y si encima no hay olas el teatro no se sostiene.

Aunque se te escape alguna lagrimita en el probador intentando que te quepa el bañador siempre podrás echar algunas risas o venirte arriba con las frases que inundan las redes en esta época: “Este año no te agobies con la operación bikini: en la playa la gente sólo estará mirando el móvil”, “¿cómo tener un cuerpo perfecto para ir a la playa? 1. Tener un cuerpo. 2. Ir a la playa. Fin.”, “¡Operación bikini cancelada! Pasamos a operación pareos con estilo”, “Con ropa gano mucho. Amancio Ortega”, “soy todo lo que buscabas pero con barriguita”, “- Sócrates, tu mujer ha adelgazado, ¿no? - Sólo sé que no cenaba”, “de los tres kilos que quería bajar para el verano ya sólo me faltan 11”, “hace dos semanas que empecé la dieta y ya perdí 14 días”; y así un largo etcétera.

La preocupación por estos menesteres es inversamente proporcional a la edad que tengas o a los tintos de verano que lleves en el cuerpo, aunque da igual los años, el monstruo está ahí: la sombra amenazante de la “operación bikini” acompaña a casi todas las mujeres a lo largo de su vida.

Las dietas milagro pueden provocar deshidratación, alteraciones en el ciclo del sueño, cambios de estados de ánimo, confusión mental y trastornos de la alimentación, entre otros. Aquí la clave está en adquirir hábitos saludables de alimentación y ejercicio físico, teniendo claro que hoy en día no hay que pasar hambre para perder peso. Si vas a un nutricionista y te quita los hidratos de carbono de tu dieta o te hace pesar cada alimento que vas a comer no te fíes mucho; hay métodos menos drásticos y más saludables.

Como drástico es meterse en un quirófano para una operación estética que no es necesaria. En los medios sólo salen los casos que terminan en muerte, y no todos. Las consecuencias y efectos secundarios de liposucciones, aumentos de pecho, implantes de glúteos y demás operaciones no salen en las noticias porque no es rentable para el negocio. ¿Y qué es lo más preocupante? Que cada vez son más jóvenes las y los que se tumban en la camilla en la sala de operaciones. Un imperio difícil de desmontar: ¡Sálvese quien pueda!

“La autoestima es a la felicidad lo que la levadura al bizcocho”.

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