Meses muy duros

Las condiciones del estado de alarma aprobado escama y no se ajusta a la Constitución

La atención que le prestamos a algo depende, entre otras cosas, del contexto; es decir, del dónde o el cuándo se presenta lo que sea. Por eso, en clave política, no sólo se elige bien el día y el momento en el que se van a hacer determinadas declaraciones sino, también, si lo que corresponda se manifestará de manera aislada o conjuntamente con otras que las eclipsen en mayor o menor grado. Lo digo porque en esa especie de sermones que nos regala Pedro Sánchez y en los que nos perdemos, le he escuchado decir que vienen meses muy duros y, en principio, muchos lo hemos pasado por alto al haberse pronunciado la expresión a la par de otras muchas que hacen probable que pasen desapercibidas. De todas formas, no debería sorprendernos; quien no es consciente de la situación en la que nos encontramos es porque no desea enterarse. Por tanto, no habría que añadir ninguna preocupación extra a la que cada cual tenga. Sin embargo, el caso es que ese anuncio de la dureza venidera lo ha repetido Sánchez en varias ocasiones y, la guinda, la ha puesto el ministro Salvador Illa, con ocasión de la defensa de la instauración de un nuevo estado de alarma por un periodo de seis meses. Ambos, con la misma táctica: dentro de otras muchas consideraciones e ideas; lo que obvia o minimiza el mensaje. Ahora bien, de lo no cabe duda es que llegado el momento de ciertas coyunturas adversas pueden decirnos que nos lo advirtieron. Pero el problema de esas afirmaciones en las que no se especifica a qué se refieren, qué significan, es que invitan a hacer toda clase de especulaciones. Por ejemplo, ¿es que están preparando el terreno poco a poco para emular a Emmanuel Macron con un confinamiento general aquí en España? No aseguro que vaya a ser pero la falta de transparencia, la ocultación de datos y la manipulación de la realidad habida hasta la fecha han provocado la desconfianza en el gobierno. Además, la propuesta aprobada en el Congreso de un estado de alarma de nada menos de seis meses, con la única exigencia de dos comparecencias de Sánchez para dar explicaciones en el pleno, pero sin votación, escama y es algo que no se ajusta a la Constitución ni a la ley orgánica que lo regula. Desde luego, se pone en manos de Sánchez un instrumento extraordinario para muchas decisiones. Lamentablemente, como han señalado algunos analistas, algunos dirigentes de sistemas democráticos se han acercado peligrosamente en sus actuaciones a los propios de regímenes autoritarios. Aquí lo estamos comprobando.

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