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Domingo Prieto

Memoria de Odón

03 de octubre 2010 - 01:00

SE ha cumplido en estas fechas (24 de septiembre) el tercer aniversario de la muerte de Odón Betanzos Palacios. En aquellos días se habló y se escribió mucho de su aventurera peripecia vital: su nacimiento en Rociana en 1926; la tragedia de su infancia tras el fusilamiento de su padre en los duros días de la represión franquista en su pueblo (agosto de 1936); sus estudios en Huelva, las penurias económicas familiares, los trabajos y estudios de su juventud: Madrid, Cádiz y la titulación de Náutica, su profesión inicial de marino por la que llega a Estados Unidos al comienzo de los años 50. El encuentro y el matrimonio con Amalia. El salto sin red de la marina mercante (estaba situado y bien remunerado) a la aventura del periodismo y las letras, de nuevo trabajador y estudiante. Y así llegará su instalación definitiva en Nueva York en 1956 para volcarse en su vocación de escritor y de aglutinador e impulsor de la cultura y la lengua española. Su fecunda conexión con el exilio republicano español (Eloy Vaquero, Victoria Kent, Navarro Tomás…). Su activa integración en el Círculo de Escritores y Poetas Iberoamericanos (CEPI). Y, sobre todo, su decisiva participación en la creación de la Academia Norteamericana de la Lengua Española que luego dirigiría, por repetidas y unánimes elecciones, desde 1978 hasta su muerte.

Hace algunos años, me dijo que quería ir a La Peñuela. Era una hermosa mañana de enero cuando lo acompañé a esa pequeña aldea de Niebla. Me contó que allí lo habían llevado, niño de 10 años, tras el fusilamiento de su padre para pasar unos días y que olvidara el horror. Llegamos a la aldea y recorrimos la plaza y los caminos inmediatos contemplando el caserío diseminado en bucólico paisaje. No conseguía recordar la casa donde había vivido, pero todo lo miraba nostálgico y apacible, con esa bondad machadiana que rebosaba su persona. A la vuelta de La Peñuela, ya había pasado página y hablaba ilusionadamente de nuevos proyectos.

Luminoso, vitalista, inquieto… Al repasar su intensa biografía uno se admira de que tuviera tiempo además para la creación literaria. Y lo tenía. Su amplia obra sólo puede explicarse por su aguda inteligencia y su incansable laboriosidad; por eso y porque, como él reconocía, estaba verdaderamente picado por la tarántula de la escritura.

En el año 2004, su querido CEPI le había dedicado un libro-homenaje que tituló acertadamente Odón Betanzos Palacios o La integridad del árbol herido. Más de 60 escritores (de España y de América) recuerdan, analizan y ensalzan su persona y su obra. Gerardo Piña-Rosales, su amigo y actual director de la Academia, define a Odón en su ejemplar humanismo libertario y redentorista. El libro se abre con una letanía del propio Odón llamada Yo creo; y en ella, Yo creo que cada hora debe vivirse a plenitud creando y amando. Así lo creía y así lo cumplió.

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