en el titán

Eduardo J. Sugrañes

El Manuel Lois, un hito arquitectónico perdido

No se reutilizó, sencillamente se derribó Se prometieron dotaciones que no llegaron Con las elecciones municipales se quiere hacer un aparcamiento

LA cercanía de las elecciones municipales vuelven a rescatar del olvido temas de la ciudad que a partir del Lunes del Rocío -las elecciones serán el Domingo de Pentecostés- volverán de nuevo al mismo cajón. Es verdaderamente triste, y ese es el caso del solar del antiguo hospital Manuel Lois García. Al principio todo era vender proyectos en planos de edificio multifuncional, residencia de la tercera edad, instalaciones deportivas, aparcamiento y hasta oficinas de la Tesorería de la Seguridad Social. Aquellos proyectos quedaron en nada, sólo sirvieron para tener entretenido a algún arquitecto y captar varias fotos de reclamo político. En la actualidad, las propuestas municipales de futuro son convertirlo en un aparcamiento con algún que otro jardincito con columpios. Es el modelo del despropósito, como el puesto en marcha en la zona del viejo Estadio Colombino. ¿El futuro?, pues será el mismo que el del Parque de la Esperanza y sus laderas.

Lo del Manuel Lois supera con creces a lo del Estadio Colombino. Sin lugar a dudas, es fiel reflejo de una forma de gestionar, en la que participaron todas las administraciones y el resultado fue que las dos fuerzas gobernantes (PSOE y PP) sacaron pecho de lo que para ellos era un triunfo: el derribo del edificio.

Cierto que se abrió un nuevo hospital en 1993, el Juan Ramón Jiménez, uno de los mejores en su momento. Lo mismo que lo fue el Manuel Lois cuando lo hizo, el 1 de diciembre de 1952. Las obras se pusieron en marcha el 15 de febrero de 1948; el año anterior se adquirieron los terrenos. La entonces Residencia Sanitaria, además de acercar a todos la sanidad, dotó a Huelva de lo que nunca tuvo. Un magnífico edificio con 250 camas -que con el tiempo fue ampliando-, a años luz de las pequeñas clínicas privadas, la del 18 de Julio, o del hospital de la Merced. Los grandes profesionales que siempre existieron en Huelva en la Medicina tuvieron, a partir de entonces, la posibilidad de atender a sus pacientes muchísimo mejor de lo que lo venían haciendo. Huelva también se ponía en el mapa de España en materia sanitaria. Era la expansión de la ciudad en los años cincuenta, con las nuevas barriadas y el hospital.

Cuarenta y un años estuvo el edificio en servicio, hasta su cierre, el 28 de diciembre de 1993. En pie, sin actividad, era un fantasma, para a algunos, un escozor de otra época; es lo que luego se quiso meter en lo que se llamaría Memoria Histórica.

Huelva, sencillamente, perdió un gran edificio que podía haber tenido infinidad de usos. Era, además, un hito arquitectónico. Los políticos no supieron o no quisieron gestionar el futuro del edificio. Volvieron a echar mano del cajón de los proyectos en serie y comenzó la gran historia de los engaños; entonces no había crisis económica. Ahí lo tienen ustedes, que a 22 años de su cierre -sí, dos décadas después- el Manuel Lois es un solar, convertido en un lugar indeseable que fue arruinando a todo un barrio que no merece el trato municipal recibido. Si no se puede vivir como lo hacía antes del movimiento del hospital, al menos se debe dignificar la zona. Las ideas: un aparcamiento y jardincitos.

Por eso es conveniente decir que se equivocaron, que lo del Manuel Lois es una mala gestión política. Ahora es más de lo mismo. Las propuestas es echar asfalto y convertirlo en aparcamiento. Pues sí que piensan mucho.

El Manuel Lois -para Huelva, el Agromán, ya que los onubenses le dieron nombre del cartelón de la empresa constructora que lo levantaba- se convirtió en un signo de progreso. A la nueva expansión de la ciudad se sumó un gran centro hospitalario y con el tiempo el polo industrial. Seguro que se hicieron muchas cosas mal, claro que sí. Para Huelva, el Agromán gozaba, además, de ser un lugar de referencia vinculado a la vida de muchas generaciones que nacieron en él. Aquello tampoco sirvió de nada para salvarlo de la piqueta. Ni pensar en nuevos usos, simplemente haciendo diáfanas sus amplias plantas y rehabilitándolas. Lo que dejaron fue todo el material -supuestamente inservible-, más los fondos de archivos, que salieron un día ardiendo.

Lo del 'Agromán' es de libro. Pena, penita, pena...

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