Mamá y papá lo sentimos

Mamá y papá lo sentimos / H.I. (Huelva)

Mis disculpas van destinadas a esos padres con hijos jóvenes, y no tan jóvenes e ingratos, que no han entendido aún el alcance de su estupidez. ¿Sois capaces de recordar el comportamiento de vuestros padres a lo largo de los años y cómo os habéis relacionado con ellos en las distintas etapas de vuestra vida? ¿Os acordáis de aquellas situaciones que os causaron una conmoción siendo capaces de perdonar y entender a día de hoy?

Habrá personas que no hayan tenido suerte con sus padres y sigan sin comprender, después de muchos años, cómo se podía hacer todo tan mal: hubieran preferido ser criados por una manada de lobos, como Mowgly; mi apoyo incondicional para esos supervivientes que son buenas personas a pesar de lo que les tocó. Si a pesar de ello no han repetido los errores de sus padres con sus propios hijos bien se merecen que les toque la lotería de Navidad el próximo 22 de diciembre.

Con 30 años mi madre ya tenía tres retoños corriendo por la casa, como la mayoría de las madres en la época de los 80. ¿Alguien sabe hoy de alguna rara avis con tres hijos o más?

Cuentan que eran otros tiempos, otra época, eran más maduros, tenían más ayuda... Con sus fallos y aciertos superaron la carrera de obstáculos como pudieron. Creo que no pensaron en lo que se les venía encima porque es lo que tocaba.

Los nuevos tiempos nos han hecho ganar tiempo para pensar las cosas con más calma ofreciéndonos un abanico amplio de estilos de vida que no incluyen forzosamente casarse y tener hijos. Lo malo es que hay gente que sigue sin pensar mucho, para lo bueno y para lo malo, en la salud y en la enfermedad, teniendo hijos como el que compra unos zapatos caros para chulear delante de los amigos. Lo malo es que después llega a casa deseando quitarse los zapatos porque le quedan pequeños: sus pies, como sus sueños, eran demasiado grandes para lo que venía. Ya no puede devolverlos.

Padres y madres que lo dan todo por hijos que no dan nada: ni los buenos días al sentarse a la mesa para disfrutar de un desayuno preparado con amor por una madre que está a punto de coger una escopeta y cargarse a la camada que tanto deseaba.

Hoy entiendo los enfados del ayer, los castigos, la mano dura en una frágil, constante y dudosa educación sin webs informativas, sin red de apoyos de otras madres y sin la implicación del padre en la crianza, en la mayoría de los casos.

Pasar más tiempo con ellos, no enfadarnos cuando intentan aconsejarnos y abrazarlos mucho si tienes la suerte de tenerlos aún con vida.

Tómate un minuto y pregúntate: ¿Tienes paciencia con ellos cuando te dicen algo que no quieres escuchar? ¿Le hablas mal a tu madre y/o padre cuando se te acaba la paciencia? ¿Serías capaz de hacer lo que han hecho para poder criarte y darte lo mejor? ¿Desde cuándo no le preguntas a tu madre y/o padre "cómo está"? Si cuidan a tus retoños, ¿se lo agradeces? ¿Les preguntas si tienen planes o das por hecho que es su deber?

Peter A. Ustinov decía que “los padres son los huesos con los que los hijos afilan sus dientes”: tuvo cuatro hijos, seguro que alguno le salió rana.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios