Magia imprecisa

Hay un sector importante de la población a la que no le gusta estas fechas apoteósicas

Prácticamente, ya estamos en navidad desde finales del mes pasado; lo evidencian las luces, escaparates o comilonas. Son esas fiestas que nos desean -y deseamos- que sean felices, con la típica frase en la que el adjetivo se coloca en primer lugar. Pero hay un dato curioso que advertimos, escuchamos y que nos repiten los medios de esta enorme parafernalia sensiblera y consumista que se monta para un periodo cada vez más largo, el cual resulta paradójico porque, en principio, lo que se dice de ellas es que son muy bonitas, acudiéndose al describirlas a expresiones tales como magia o espíritu, sin que se sepa muy bien qué es lo que significan o, mejor, cómo se concretan esos calificativos. Quizás algunos los vean representados en los lacrimógenos anuncios de la lotería que pretenden que nos gastemos el dinero, prometiéndonos unas supuestas ilusiones que a la inmensa mayoría no les llegan, pues no les toca ni el Gordo ni la pedrea, ni lo que queda entre medio. A esto habría que añadir el que se hace creer que nadie logra escabullirse del efecto de la navidad, quiera o no, de manera que todos vibramos con su emoción, como si fuéramos un instrumento musical de cuerda que apenas es rozado por los dedos o el arco comienza a entonar una bella y entrañable melodía de paz y amor. Hay que reconocer que los británicos de la época victoriana, con su imperio en todo su esplendor, lo planificaron y organizaron estupendamente desde Regent Street en Londres, con la ayuda literaria de Charles Dickens, con sus Cuentos de Navidad, para aumentar las ventas. Pues bien, el dato curioso, todavía no explícito, es que hay un sector importante de la población al que no le gusta estas fechas apoteósicas plenas de colores y jolgorios. Tanto es así, que las agencias de viaje, en un intento de captarlo y engatusarlo, hacen toda clase de ofertas a otros lugares para escaparse de las navidades. Sin embargo, no todos los de ese sector, con capacidad económica y coyunturas que se lo permiten, caen en la tentación de realizar esas escapadas; optan por no romper la tradición que vieron y en la que se educaron. Los seres humanos somos vulnerables a las presiones externas y a la de los grupos; a pesar de que, a veces, presumamos de autonomía. Termino. A los que disfrutan con estos días les deseo felices fiestas; a los que desertan, que se lo pasen bien en esos viajes; a los que les fastidia, que lo siento; y, a los que pasen, que encantado de saludarlos y hasta la semana que viene.

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