La otra orilla
Dimas Haba
Soberanía alimentaria
Los afanes
No sabía qué título debía ponerle a este artículo. Dudé si llamarlo Elogio de la estupidez o La utilidad de lo inútil, pero este último resulta que corresponde a un magnífico libro de Nuccio Ordine publicado por Acantilado en 2013. Ordine, profesor de la universidad italiana de Calabria, describe en su obra cientos de cuestiones interesantes y reales, actuales, tan magistrales que uno no desea abandonar las páginas de ese libro. A decir verdad, el lobo siempre ha sido lobo, y el cordero siempre será un cordero. No existe un lobo con piel de cordero ni un cordero con piel de lobo. Aquellos que están enfermos y son malvados lo estarán y lo serán siempre y hasta se jactarán de ello. Nuestros representantes llevan desde marzo (perdón, desde diciembre de 2019) jugando a creerse Dios. Pero no se les queda ni su cara, ni siquiera la cara de un simple y blanco cordero.
Es muy fuerte la expresión jugar a creerse Dios, tan fuerte que al escribirla en este texto a uno se le pone la piel de gallina. Porque el desastre económico que están causando es de proporciones bíblicas. No será, como ellos dicen, es; aquí y ahora. Nuestros representantes son el fiel reflejo de la inutilidad, nunca de la utilidad. Porque utilidad que digamos no están demostrando. Se empeñan en legislar y ejecutar. Aprovechan este momento de desastre para aprobar leyes y leyes que, en un futuro muy cercano, se ejecutarán. Y cuando levantemos la cabeza (nos empeñamos en tenerla agachada como los corderos) preguntaremos, quedaremos absortos, nos llevaremos las manos a la cabeza. Que todo esto estaba previsto no lo dudo, no hay que ser un lumbreras (ni un lobo) para darse cuenta. Que son lobos y lo hacen con maldad, también. Pero si además de malvados son inútiles, pues eso, que salimos perdiendo todos.
Ordine, en su libro, rescata una cita de Víctor Hugo que viene a decir que las crisis no se superan recortando los fondos a la Cultura y a la Educación, se superan duplicándolos, y hasta triplicándolos. Pero como no lo hacen, el nivel del personal baja a niveles estratosféricos, también de proporciones bíblicas. Un ejemplo claro lo tenemos en lo que sale en First Dates. Esa es la realidad de España. Esa es la España que quieren nuestros representantes. Escribe Nuccio Ordine en su libro: "Casi todos los países europeos parecen orientarse hacia el descenso de los niveles de exigencia". Y en España no digamos, pretenden suprimir no solo los niveles de exigencia, sino el término nivel.
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