tiempo de academia

Sixto Romero Sánchez

Profesor de la Universidad de Huelva. Presidente de la Academia Iberoamericana de La Rábida.

José Luis Gozálvez en el recuerdo

Tu muerte repentina nos cogió a todos por sorpresa el pasado 24 de diciembre. Quiero dedicarte esta sección con parte del texto que aporté en el emotivo acto de homenaje que te ofrecimos tus amigos, tu gente, tu familia, el 19 de enero en el Muelle de las Carabelas.

Ningún olvido está justificado. José Luis, hoy no estás entre nosotros, pero tu recuerdo seguirá vivo entre quienes sabemos lo que representaste para Huelva, tu Huelva, para La Rábida, tu Rábida.

¿Cómo podría afligirme, querido amigo, la certeza de que hayas desaparecido y no estés entre nosotros? Fueron muchos los momentos que compartimos, momentos especiales a tu lado que ahora nos vienen como una gran cantidad de sentimientos e incluso podemos imaginarnos cómo será el futuro a tu lado.

Nuestra amistad no se nutría de la vanidad humana, por eso la muerte tampoco puede vencerla, por mucho que su poder nos desasosiegue. Nada distingue más el recuerdo de una vida con la que nos sentimos hermanados por la breve intensidad y efusión de los encuentros en algún punto del espacio y del tiempo, nada lo distingue más, sin duda, que la idea de que se ha extinguido de modo ineluctable.

Eras, querido José Luis, un aventurero. ¿Dónde podrán reposar tus ideas sino en la orilla cercana de tu Mazagón querido, hacia la que nos empuja la intranquilidad, el desvelo y la desazón donde nombres y fechas son más fugaces e insignificantes que la arena de las dunas?

Tantos nombres y fechas que dominabas a la perfección son irrelevantes para quien, como tú, amabas y vivías la vida con toda tu prodigalidad y pasión. Tantos días intensamente vividos, ¿y quién de nosotros no ha amado, siquiera una vez, con el fervor y apasionamiento y que no goza al rememorarlo?

Afirma Ernst Jönger: "Que seamos capaces de conversar con nuestros amigos muertos sin tantas trabas y miramientos se debe a que nuestra memoria prefiere contemplar la vida inflamada antes de quedar reducida a ceniza".

Por ello, José Luis, en lo irrepetible se oculta lo mortal, lo eterno, lo perenne, lo perpetuo, y sólo la esencia fatigada ama aferrarse a las trazas del tiempo.

Pero, ¿es triste reencontrarse con los viejos compañeros donde reina la razón, en la geometría de las ciudades o preferimos perseguirlos en nuestros sueños, siempre vagabundos, siempre en marcha? ¿Pues quién puede decepcionarnos menos sino aquel que ha zarpado y levado anclas para siempre?

No voy a hablar de tu amplia trayectoria investigadora sobre la Historia en Huelva: las Playas de Castilla, de la Inquisición en Huelva, de la magia, mentiras y maravillas de las Indias, de la medicina y sociedad en la Huelva de los siglos XVI al XIX, de la función social y urbana del Castillo de San Pedro en Huelva, del arte de los metales, de Zenobia Camprubí, de La Merced… y un sinfín de trabajos que comenzaste con tu tesis doctoral El pensamiento historiográfico y socioeconómico de Antonio de Capmany, dirigida por Vicente Rodríguez Casado, otro grande que como tú teníais, como oculto, una especie de locos geniales que os impulsaba a cosas sorprendentes.

Decía Ernesto Feria, en las páginas de este mismo diario el 10 de septiembre de 1990, La Conciencia Científica: "Sobre lo que sabemos acerca de la subjetividad humana en la actualidad, resultaría más correcto decir que el pasado no es una limitación para el hombre, sino, opuestamente, la base del despliegue de sus posibilidades intrínsecas; así como que el hombre es más bien la historia de una naturaleza cifrada ésta en su cuerpo como un todo indiviso y aún no totalmente conocido".

José Luis, la historia de Huelva te ha perdido, una pieza muy importante del motor que propulsaba tu testimonio vivo mucho más allá de sus fronteras. Pero como si de viajes por nuestra tierra se tratara, también en los viajes sin rumbo es importante llevar un cuaderno de bitácora donde tomar la estima del barco. Pues la salvación no se encuentra en el puerto final de la travesía, sino en la figura que dibuja su estela. Su interpretación nos proporciona una llave de acceso a los aposentos misteriosos de la vida, a los aspectos innatos interpretados por el rumbo de nuestra ruta.

Permíteme, José Luis, voy a tomar prestadas, por un momento, las palabras del pensador Anthony di Mello: "Dentro de mí suena una melodía cuando llega mi amigo, y es mi melodía la que me hace feliz; y cuando mi amigo se va me quedo lleno con su música".

En nombre de todos tus amigos de la Academia Iberoamericana de La Rábida, esperamos que descanses lleno de paz en el cielo de los hombres buenos y en algún lugar del firmamento donde ya no exista el tiempo, y si existe que no se detenga. ¡Allí nos encontraremos de nuevo, amigo!

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