Alas de Mariposa

Lúa Martín

Invitación a un funeral

Un velatorio debería ser con invitación, como en las bodas. Tú has estado en mi vida, ven a despedirme

Huelva, 08 de noviembre 2022 - 10:23

Hace un par de semanas falleció la madre de una buena amiga. Por desgracia, desde hace años no gozaba de buena salud. Un ictus la llevó a ser gran dependiente y la demencia senil no se hizo esperar. El neurólogo le dijo a la familia que se quedaría vegetativa y gracias al esfuerzo de mi amiga y su pareja, logró volver a comer sola y comunicarse, aunque la realidad nunca volvió a su mente. De hecho, mis amigos pasaron a ser llamados “mamá y papá”. Para que la enferma tuviera una vida digna, vi desaparecer la vida de sus cuidadores durante siete largos años. Pañales, noches en vela, romería de médicos y encierro total hasta el punto de perder la salud. ¿Quién cuida al cuidador? Desde el primer día de su enfermedad, vi también cómo su primogénita y el resto de familiares y amigos hicieron mutis por el foro, eludiendo cualquier responsabilidad y provocándole la primera de sus muertes: la soledad.

Y me encontraba allí, en el tanatorio, acompañando en su duelo a mi amiga en la última y definitiva muerte de su “hija”, cuando entró una banda de orcos, - disculpen la expresión, pero la merecen -, todos muy compungidos, lamentando la muerte de una señora a la que no habían visto en muchísimo tiempo, que ni habían preguntado por ella, aun siendo familiares directos. Y para colmo se empeñaron en ver el cadáver, provocando dolor y más dolor en los que sí estuvieron a su lado.

Fue entonces cuando pensé que un velatorio debería ser con invitación, como en las bodas. Tú has estado en mi vida. Ven a despedirme. A ti te he importado un bledo, ni se te ocurra aparecer, porque “adiós” me lo dijiste hace demasiado.

Hace tiempo que planeé mi funeral y así se lo comuniqué a mi hija. Espero que mis órganos les sean útiles a aquellos que nunca conoceré. A partir de ahí, que sea una fiesta de despedida donde haya música, donde rueden la cervecita, el buen vino y las tapitas.- Tendré que contratar un catering -. No quiero una despedida triste. No aspiro a más en la vida que a ser, en su recuerdo, una sonrisa en los labios de aquellos a quienes amo. Abriremos la fiesta con Queen y que la noche nos confunda. Porque yo también estaré allí, disfrutando con los que disfruto ahora. Ellos saben qué me hace feliz o qué me entristece. Los que están a las duras y las maduras. Que nos duela la cara de reírnos y lo pasemos en grande. Eso sí, mi funeral será con invitación. Pero sin prisas… ¿Eh?

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