Cada día se intensifica más el interés de ciertos sectores y agrupaciones locales socialistas de Andalucía por el adelantamiento de las primarias para la elección de un nuevo candidato o candidata a la Presidencia de la Junta de Andalucía. En tanto unos se apresuran a acelerar el proceso otros prefieren agotar los plazos y respetar las fechas previstas. Todo ello según les vaya en el empeño, centren sus particulares o partidistas intereses o se impongan en sus respectivas actitudes. Lo cual está dando lugar, según nuestro propio periódico ha venido publicando, a que a diario surjan banderías, lealtades, deslealtades, críticas y presiones diversas. En este crispado ambiente Susana Díaz despliega una actividad imparable, donde junto a sus habituales delirios alentados por los muchos seguidores y aduladores que aún conserva, no le faltan los nostálgicos mediáticos de su mandato hábilmente camuflados en otros flancos, algunos supuestamente hostiles, desde donde, en la medida de sus posibilidades, airean sus denodados esfuerzos por renovar la candidatura y la jalean, "sotto voce", como en los mejores tiempos.

Pero las elecciones en Madrid están marcando el ritmo de la vida política española y los debates, sobre todo el primero - más los sucesos posteriores - , han zarandeado sensiblemente las posiciones y actitudes de unos y de otros. Especialmente de aquellos que ante la esperada demolición de Ciudadanos, se apresuran a especular sobre el futuro gobierno de la Junta de Andalucía, donde medran quienes más se vieron beneficiados del anterior, que duró casi cuarenta años y que parecen añorar vivamente. Es Madrid pues un revulsivo más allá de su trascendental destino del día 4. Y en ese aspecto no puede ser más convulsiva esa encendida pugna en la que amenazas y denuestos están a la orden del día. Y no faltan las mentiras a las que tan dado es el candidato Iglesias esgrimiendo falsedades tan ostentosas como que vigilar el Covid en las residencias de mayores no era coa suya o las órdenes a la UNED, el tema de los desahucios y los impuestos de sucesiones de los partidos progresistas europeos, lo cual no es cierto.

Pero en este camino del gobierno a ninguna parte un tema enrarecía aún más el ambiente ya de por sí contrariado. Se dice que ha causado espanto entre los juristas y por supuesto en todos los ámbitos democráticos, y no es para menos, cuando el BOE publicaba la Ley Orgánica que modifica el Código Penal para despenalizar a los piquetes violentos, incluyendo en el texto una acusación contra el PP como preámbulo. Una clara utilización del órgano estatal con fines políticos más bien espurios e interesados realmente intolerables e indignantes. Algunos de esos juristas no han dudado en calificar el texto como extraído de "un editorial de un periódico afín o de una nota de prensa del propio partido socialista". Una forma de desmontar libertades muy grave, insólita e indignante. Otra actuación electoralista a la desesperada.

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