El Malacate

Javier Ronchel

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La Opinión de Javier Ronchel | Historias de triunfos y derrotas en Huelva

Los resultados de las elecciones municipales colean en la provincia de Huelva, con lecturas para todos los partidos y una tarea enorme para afrontar los próximos cuatro años

Historias de triunfos y derrotas en Huelva Historias de triunfos y derrotas en Huelva

Historias de triunfos y derrotas en Huelva

Una semana ha pasado ya del histórico vuelco político que ha dado la provincia en las elecciones municipales, y todavía algunos requieren de más tiempo para digerirlo. Por más que se intuyera el cambio como opción el 28-M, la forma en que ha llegado ha sido contundente, sin anestesia ni colchón. Ahora lo de menos es que los socialistas hayan sumado casi un centenar más de ediles, y que el número de alcaldías en su poder sea mayor al del Partido Popular. Por primera vez han sido más los votos de los populares en unos comicios locales y, más importante aún, ese viejo anhelo de desbancar al PSOE del cetro provincial de la Diputación se ha hecho realidad esta vez, con la contundencia de una mayoría absoluta que puede prescindir de los pactos y alianzas que en principio se asumían para dar un paso que sólo los más atrevidos aventuraron como posibilidad real.

Ese cambio de gobierno en la institución provincial representa mejor que ningún otro el extraordinario giro en el decorado político de Huelva. Seguramente ha quedado anulada para siempre esa máxima añeja de que las municipales son un mundo aparte, en el que prima el candidato por encima de las siglas. Sin restar ningún mérito propio a los triunfadores, que han hecho todo lo posible por aprovechar la oportunidad, en esta ocasión han intervenido más los factores externos que los locales. Salvo excepciones puntuales, como siempre. Y así ha sido como se ha hablado más de ETA que de modelos de ciudad; más de cuestionadas alianzas nacionales que de nuevas políticas locales. Así ha sido como la evidente devaluación del Gobierno de Pedro Sánchez ha solapado muchos de los méritos de los candidatos. Y cómo también ese halo triunfal que envuelve a Juanma Moreno desde su increíble mayoría absoluta en la Junta de Andalucía ha dado, injustamente, más valor a un paseo callejero en su compañía que a los proyectos que han aportado los propios candidatos en Andalucía.

En esta comunidad se han juntado especialmente esos dos factores en una suerte de combinación ganadora que han terminado por hacer bueno el trabajo aportado por los candidatos y el propio desgaste que pudiera acusar algún gobierno municipal al acudir a las urnas.

En Huelva, Pilar Miranda era la gran candidata del PP en estas elecciones, apuesta fuerte para ganar en la capital, y ha firmado así una de las recuperaciones más llamativas que se recuerdan en sólo 4 años, con una ganancia de 9 concejales. Suyo será el Gobierno de la ciudad aun en mayoría simple, con la solvencia de quedarse a sólo uno de la absoluta, sólo con la necesidad de asegurarse apoyos puntuales con quien realmente estaba llamado a tener más protagonismo si el cambio se ponía a tiro, el Vox de Wenceslao Font en la capital.

Miranda era, sin duda, la mejor candidata posible para los populares en la capital y los resultados han confirmado el acierto de lanzarla como alternativa al socialista Gabriel Cruz desde que hace cuatro años se hiciera cargo del Puerto de Huelva. Esa baza era una de las claves necesarias para lograr los resultados generales que han derivado en la victoria del PP representada por el gobierno que tendrá en la Diputación.

Cuarenta años de socialismo han concluido de golpe y porrazo este 28-M en la institución provincial. Con la contundencia de una mayoría absoluta que le permite al PP alcanzar su gran sueño de las últimas décadas sin necesidad de pactos ni alianzas.

Los populares están en una nube y no lo pueden disimular. Se han quedado la Diputación y han recuperado alcaldías tan importantes, y decisivas en esa conquista provincial, como la capital. Y alguna más que ni entraba en los planes.

Los números globales nunca habían revelado tanto en la provincia. Ni en 2011, cuando la hegemonía socialista en la Diputación se tambaleó en un empate técnico que fue salvado sin más consecuencias por los socialistas gracias al apoyo de Izquierda Unida. Entonces apenas hubo una diferencia de 1.600 votos a favor del PSOE, apurado triunfador también por 150 concejales más que el PP. Ahora el panorama ha cambiado y aunque siguen siendo más numerosos los concejales socialistas y los municipios bajo su control, los números absolutos en la provincia dan ventaja al PP de 4.200 votos, sin necesidad de foto finish, tomando cuerpo en los partidos judiciales para tener a su favor la Diputación.

En este contexto, más allá de la pérdida socialista, destaca el tropiezo de Vox. Su ascenso era esperado, y lo ha cumplido para convertirse en el tercer partido más votado, en la provincia y en la capital, aunque lejos de ser una alternativa válida. Ha sumado 12 concejales, menos que otras cinco agrupaciones, y su cómputo global le ha dejado por debajo del 5%, muy lejos de la barrera del 10% que sí dejaría una lectura muy diferente. No ha logrado ninguna alcaldía, ni ser el partido más votado en ninguno de los 80 municipios. Más aún: no entrará en los equipos de gobierno del Ayuntamiento de Huelva ni de la Diputación, como propios y extraños contaban en sus cálculos más favorables. Era parte de una estrategia que no les ha salido como contaban, arrollados también por la ola del PP.

Los populares están obligados a aprovechar esta nueva posición preferente para afianzar sus posiciones antes de que les adelanten por la derecha. Mucho cuidado deberán tener en municipios importantes como Aljaraque, donde Vox ha rozado el 15%. Y esa precaución la debe tener el mismo Feijóo para las generales sobrevenidas el mes que viene. Si Abascal logra resultados suficientes para negociar con fuerza una coalición de gobierno, le dará una posición preferente para ganarle terreno.

Pero la mayor reflexión le corresponde ahora al Partido Socialista. Por delante tiene la necesidad de replantearse la política que le ha llevado a perder lo ganado durante años. Hay una clase media entre el electorado de este país que es la que realmente favorece la alternancia de los dos partidos mayoritarios, en un centro amplio del espectro ideológico, no necesariamente escorado a ningún lado pero tradicionalmente vinculado a la izquierda, alineado hasta hace poco al PSOE. Es esa masa capaz de dar mayorías absolutas que ha dejado de lado a los socialistas por derivas extremas a ojos de la generalidad.

Si se analizan los resultados de las municipales, tradicionalmente representativas de la fuerza del PSOE en la provincia, el recorte de votos de este 28 de mayo ha sido suficiente para que el PP le supere. Casi 17.000 votos perdidos respecto a 2019; 7.000 menos que en 2011, cuando sufrió el primer toque de atención en la provincia y serio aviso en la Diputación.

Por eso ahora se pide a nivel interno un cambio que acabe con divisiones latentes en la provincia y se mire ya, con la vista en las generales del 23-J, a una integración de la disidencia silenciosa que, seguro, también ha repercutido en la movilización del voto socialista. La carta abierta de Ezequiel Ruiz al PSOE provincial publicada en este periódico apunta en esa dirección y ya está calando entre las bases, con el ánimo de construir para los próximos cuatro años, que se prevén duros para los socialistas.

La pérdida de la Diputación es clave por su importancia estratégica para afianzarse en el territorio. Es la baza con la que cuenta ahora el PP para crecer orgánicamente en la provincia, donde tanto le ha costado implantarse si quiera para presentar candidaturas en todos los municipios onubenses. Los socialistas tendrán que remar por primera vez a contracorriente, con una tarea que, visto el escenario actual, será enorme para recuperar la confianza que siempre ha sido suya en la mayoría de los pueblos. Al menos cuentan a favor con las claves que les da su experiencia de estas cuatro décadas de trabajo estrecho en todos los rincones de la provincia.

Ahora toca ver el desarrollo de la práctica hasta 2027, cuando habrá una nueva reválida. Estaremos expectantes a lo que suceda.

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