La degradación de la enseñanza de las Humanidades en la formación es cada día más lamentable. Un régimen, un sistema, empeñado en igualar a la ciudadanía en la pobreza en lo económico, igualmente pretende igualarla en la ignorancia en la educación. Y tan lamentable situación se agrava con tan reprobables decisiones como la eliminación de contenidos previos a 1812 en la instrucción de Historia de España en segundo de bachillerato según el nuevo decreto que impone un cambio notable a los contenidos elaborados por el que fuera ministro de Educación del PP, José Ignacio Wert, todavía vigentes. El plan tiene como eje principal el "complejo caminar" recorrido por el país hacia la democracia, abordando la "diversidad identitaria" en materia de "sentimiento nacional" y analiza la influencia de las ideologías y creencias religiosas en la evolución política del Estado, así como las "reacciones antidemocráticas" que provocaron la guerra civil.

Ante tan flagrante y alevosa "reducción de contenidos históricos" una gran cantidad de historiadores de todos los signos y todas las tendencias, singularmente los especialistas en historia antigua, medieval y moderna, cuyas materias han sido fulminadas de manera radical e incomprensible, se han mostrado notablemente indignados. La propia Real Academia de la Historia considera que en esa nueva visión en la asignatura de Historia de España se aprecia visiblemente un "sesgo presentista" y una "exclusiva atención a la más reciente etapa contemporánea" que "priva" a los alumnos de un conocimiento imprescindible de entender los procesos históricos. Al mismo tiempo señala que hay una intención de "sobrerrepresentación" de contenidos políticos, sociológicos y económicos que menoscaban los planteamientos historiográficos. Es decir se eliminan los fundamentos históricos a favor de la llamada "memoria democrática" y las "identidades nacionales", el nacionalismo y otras ideologías que identifican al gobierno actual y a quienes le apoyan siempre que sirva a sus intereses.

Es indudable que esta despiadada eliminación histórica propicia un alumnado carente de conocimientos históricos, fundamentales en la instrucción humanística, y, como cualquier ciudadano de escasa formación e información, un individuo fácilmente manipulable a merced de quienes manejan el poder. Proscribir la Historia a conveniencia es renunciar a la evidencia incontrovertible del pasado, que es la intención iconoclasta de estas ideologías retrógradas y carcomidas que pretenden abatir la cultura occidental. Uno sigue buscando y encontrando en los historiadores clásicos, Suetonio, Tácito, Tito Livio - el gran historiador romano -, Flavio Josefo…, a los que traducimos en clases de latín, y en los modernos y contemporáneos, nítidas perspectivas de futuro. Pero ¿sabrán de esto muchos de los iletrados que hoy nos gobiernan? El adoctrinamiento en la enseñanza histórica resultará nefasta.

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