La Hermandad de penitencia de la Oración en el Huerto, cumple cien años de su erección canoníca.

En este ambiente cuaresmal que vivimos en espera de la Pascual de Resurrección, todo se nos hace a los cofrades un motivo especial de intima devoción y satisfacción en el amor a nuestra cofradía y a los sagrados titulares que veneramos en el amor de las más bellas tradiciones.

El paso del tiempo en las Hermandades de Semana Santa, es un factor netamente importante en el trascurso de su existencia. Llegar a los cien años de vida y cultos de una agrupación elevada al espíritu cofrade de Hermandad, nos satisface y alegra en ese sentido católico de testimoniar nuestra fe como protestación de nuestro autentico sentimiento religioso.

Y es ahora la Hermandad de la Oración en el Huerto y Maria Santísima de los Dolores coronada, establecida en la parroquias de la Inmaculada Concepción, quien llega al siglo de erección canoníca, cuando un día del año 1923 nacía con todo fervor y entusiasmo en el templo de la Merced, para años después en 1939 fusionarse con la antigua de la Vera Cruz, formando un todo indivisible para el orgullo cofrade de Huelva, que salvaba con este hecho a la más antigua señal de la Pasión en nuestra ciudad junto con la Virgen de los Dolores.

En la más querida tradicion familiar he vivido durante toda mi vida el sentimiento cofrade bajo la túnica blanca y el cíngulo verde. Desde pequeño caminé en sus fila con mi padre y mis hermanos, Al igual que mi padre y uno de mis hermanos fui Hermano Mayor, llenándome el corazón de esa alegría espiritual que se convierte en gozo de amor para elevar nuestras oraciones a la luz de un Padre Nuestro que es fruto de la mejor esperanza.

Vivir una Hermandad es sentir una fina lluvia de Gracia que nos envuelve en el caminar de cada día. Es sufrir los altibajos humanos de su existencia, Es caer de rodillas en ese Huerto de Getsemaní y es llorar antela cara bella e inigualable de una Virgen que desde niño nos contempla protegiendo nuestros inciertos pasos de cada día.

Hoy, como en el resumen de cien años, contemplo su Historia y veo su desarrollo espiritual. Por mi mente pasa su estancia en la Merced, sus días de lutos en la barbarie iconoclasta del año 36, su resurgir a base de amor y de oración, el recuerdo entrañable de sus directores espirituales, de sus Hermanos Mayores, de sus Juntas de Gobiernos, de los nervios contenidos ante sus salidas procesionales, del gozo de ver a Jesús por la calles de Huelva, con el Ángel confortador y los apósteles que le acompañaron aquella noche de zozobra, sudor de sangre y angustia en Getsemaní. Tantos años y tantas vivencias que se aprietan en el corazón, ya cansado de años, pero siempre vivo en esa luz del cirio de la vida que se va derritiendo en la cera del tiempo que se fue para siempre.

Cien años de la erección canoníca de mi Hermandad. Cien años de Oración en ese Padre Nuestro que El nos enseñó. Cien años de mantener nuestros ojos fijos en esos otros que nos enamoran en la devoción a nuestra Madre y Señora de Los Dolores.

Un siglo que se fue y eterna entrega ante la Vera+ Cruz que nos guia. Amén.

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