Decía en días pasados la vicepresidenta Calviño: "Los ciudadanos nos pagan para que solucionemos problemas, no para crearlos", a raíz del pacto nocturno y alevoso, a espaldas de ella, entre el Gobierno y Bildu -cuando resulta que es la derecha quien se radicaliza, según el discurso gubernamental- pues parece que si Calviño no quería "caldo", Marlaska sirve en bandeja, también nocturna y, ahora, dominical, "dos tazas". Con lo cual resulta evidente, y cada día más, que la pandemia no solo no ha roto ningún plan del Gobierno sino que ha agudizado sus pretensiones autoritarias e incluso inquisitoriales.

Y es que, al parecer, no bastan los errores, las equivocaciones e imprevisiones, ni las faltas de suministros sanitarios, estafas incluidas, como tampoco las noticias selectivas según los intereses políticos del momento o el ejercicio de voluntarismo y disciplina colectiva durante el confinamiento… todo eso podría debatirse. Sin embargo, es inadmisible el abuso propagandístico y menos aún, la mentira.

Falsear y especular con las cifras de fallecidos traspasan los más burdos límites de la indignidad humana. Y lo adornan todo con una supuesta injerencia en la labor jurídico-policial, tan escasamente transparente en sus consecuencias y explicaciones, nula respuesta a las preguntas parlamentarias, que llevan a la conclusión del pretendido control absoluto de la Justicia y un claro insulto a la inteligencia de los ciudadanos. Mientras, la Abogacía del Estado, ilustres juristas dudan sobre la idoneidad de su actuación en el momento procesal, "canta nuevamente la gallina", en la defensa individual del delegado del Gobierno, ¡mira que llamarse Franco Pardo!; Pedro y Pablo apoyando a Franco, cuántas ironías del destino.

Pues bien, ante todo esto y la estrategia de manual básico de falsear el problema real para acabar culpando del mismo al adversario, la oposición debe actuar con inteligencia, si me apuran, sibilinamente pero sin dejar de ser perseverante y sin caer en la trampa que yo llamo del agresor que se autoconvierte en agredido cuando ve rebajada su supuesta superioridad argumental, por lo que busca entonces trabar el juego, sabiendo que el árbitro (apoyos mediáticos) es casero o meto miedo con el invento de un pretendido "golpe de estado". Lo dice quien se implicó en un teórico "asalto del cielo", que sería el Congreso, en su versión terrenal. Por favor, no enfrenten a unos ciudadanos que bastante tienen con la crisis económica que sufre y que disfrutan solo con tomar el sol y la frescura del aire. No compliquen más nuestras vidas porque, seguramente y por mucho que se empeñen, no sé si "saldremos más fuertes", lo que es irrebatible es que seremos muchos menos, alrededor de 30.000, en el mejor de los casos. DEP, ya que no se pudo ni despedirlos y háganle caso a Calviño.

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