Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Gurruchaga eterno

La Mondragón fue parte de mi juventud y a ella vuelvo cada vez que la realidad me aburre más de lo que me gustaría

Señoras y señores. Niños y niñas. Monstruos y monstruas. Con ustedes, la maravillosa Orquesta Mondragón". Fue lo primero que escuché de ellos en una vieja cinta de casete que la vida perdió por el camino. Lo volví a escuchar muchas veces más. Mi adolescencia casi les pertenece. Eran los felices 80 (o casi) cuando no había pueblo en Euskadi donde un grupo de pirados (no sé si saben que el nombre no es porque nacieran allí, sino porque en ese lugar estaba el hospital psiquiátrico) hicieran de sus fiestas una cita ineludible, un compromiso que se repetía varias veces al año. Eran los tiempos de Muñeca himchable, cuando la cuadrilla la montaba en el escenario, Popotxo al mando. Jamás me aburrí. Nunca pronuncié la expresión, "otra vez la Mondragón, no". Es más, me apetecía volver a escucharlos porque siempre pasabas un buen rato. Eran los tiempos de lo que hoy serían barbaridades, del estilo de "se acabaron tus misterios, maricón de cementerios" o de la inolvidable "aquí enanos azules, se follan a las nubes" que intentaron censurarles en el programa Aplauso. No es broma, José Luis Uribarri, a la sazón director de programas musicales de Televisión Española ("la mejor televisión de España" que se decía entonces) intentó que lo cambiarán por "bailan a las nubes". Y no coló.

Volvieron a mi vida con Viaje con nosotros y una canción que vaya usted a saber el motivo pero me encantaba, Mis gafas. Las gordas, Lola y Corazón de Neón que allí se convirtió en un himno, y que en el estribillo final metíamos Bilbao hasta cuando no rimaba, fueron esas estaciones que de vez en cuando nos dejaban en nuestro andén yuno se volvía a subir a ellos con la ilusión de volver a encontrar ese espíritu que les animó al principio. Y no defraudaban nunca.

Hace unos días volví a encontrarme con Javier Gurruchaga. Lo tenía perdido hace tiempo y regresó a alegrarme la vida. Fue en el programa de Xabier Fortes y después de una conversación más o menos convencional, en la despedida regresó el espíritu de la Mondragón e hizo que unos contertulios que se aprestaban a despellejar al emérito, a hablar de la crueldad de la guerra de Ucrania o de lo caro que está todo, se pudieran a cantar el Viaje con nosotros. Cómo te echaba de menos, Javier. Inconformista, caótico, sensato, sensible, tierno y divertido, todo en uno. Talento a raudales y un espíritu libre como pocos. Muchas veces me pregunto dónde se habrá metido todo eso de lo que hicimos gala no hace demasiado tiempo, antes de caer en la pura mediocridad. Se me pasa enseguida. Me enchufo al YouTube, tecleo Orquesta Mondragón y regreso a donde siempre quise estar.

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