Juanma G. Anes
Tú, yo, Caín y Abel
Los afanes
Mi amigo Luis salió a correr el pasado fin de semana. Procura hacerlo siempre, y con metas concretas. Tiene un reloj de actividad con GPS y medidor de la frecuencia cardíaca, con una correa celeste y llamativa. Mi amigo Luis siempre hace el mismo recorrido, intenta divertirse y quemar grasa, hace lo que más le gusta. En su última salida se encontró con un grupo de mujeres que hacían como que también corrían. Lo pararon y comenzaron a decirle burradas, lo estaban acosando. Mi pobre amigo Luis quedó perplejo, pero como buen profesor les dijo a las jóvenes: "Puedo ser vuestro padre, ¿no os da vergüenza? Por favor marcharos a casa". Mi amigo Luis no sale en las noticias, ni en los telediarios, ni retransmite partidos de fútbol. Imparte clases de Literatura en un centro educativo desde hace más de veinte años. Tampoco este hecho que le ocurrió mientras hacía ejercicio fue portada de ningún medio de comunicación, ni trending topic en las redes sociales. Él no publicó nada en Twitter, y hasta se enfadará si lee este artículo. A mi amigo Luis no lo llamaron guapo, le dijeron burradas un grupo de mujeres que habían bebido más de la cuenta. Pero mi amigo Luis es un caballero, es un ser humano correcto y con educación, amante del sentido común y de la decencia.
Echábamos de menos las frases de Rajoy, pero ahora con Carmen Calvo, tenemos argumentos para sustituirle. Carmen Calvo es, desde junio de 2018, vicepresidenta y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad del Gobierno de España. A ella se deben frases tan famosas como: "Deseo que la Unesco legisle para todos los planetas". "Yo que he sido cocinera antes que fraila" o esa célebre de "Estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie".
Ahora los juristas andan desconcertados ante el anuncio por parte de Carmen Calvo de reformar el Código Penal y la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Muchos lo ven como oportunismo. Otros, los más sensatos, pensamos que la ministra Calvo debería plantearse seriamente sentarse a trabajar con la ministra de Educación Isabel Celaá y crear un planteamiento educativo desde la infancia para educar a todos los niños y niñas en la cultura de la no violencia, del respeto y de la igualdad. Pero he hablado de educación, y olvidaba que a los gobernantes la educación les importa un pimiento.
Si se siguen creando colectivos la sociedad dejará de ser sociedad. Los colectivos fomentan la desigualdad y, en muchos casos, generan violencia. Educación por favor, todo lo que hace falta es educación.
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