Seguro que usted, estimado lector, recuerda a Gepetto, aquel carpintero, sin hijos, que hizo una marioneta llamada Pinocho y a quien un hada, por la cho le dio vida. Pero resulta que a Pinocho le adornaba una particularidad, tal cual era el crecimiento de su nariz a cada mentira que dijera y ni siquiera la constante presencia de Pepito Grillo junto a Gepetto y ejercer una especie de conciencia sobre Pinocho consiguen que éste deje de ir por libre ni hacer uso de la verdad.

Curiosamente, con el tiempo se comprobó que el carpintero se manejaba con la izquierda, la mano, naturalmente.

Pues bien, dicho esto del uso, habitual para la izquierda, de la mano hombre, de la mano. El crecimiento de la nariz de Pinocho por el manejo cotidiano de la mentira, el autor de la marioneta Gepetto con el hada maravillosa y la presencia, supuestamente, poderosa de Pepito Grillo pero que estando presente se le escucha poco, podríamos terminar la columna preguntándoles a quién se le parece este cuento de las marionetas, las mentiras, los usos de la izquierda y la presencia de Pepito Grillo, ¿a quién o quiénes les recuerdan? Cada cual tendrá su opinión y, en consecuencia, su propia respuesta. Pero, cierto es que siendo respetuoso con las personas reflexionaremos sobre hechos y situaciones, quizás con más respeto del que los propios protagonistas de los acontecimientos tienen sobre los ciudadanos a cuya inteligencia se insulta impunemente. Y para muestra, un botón. Madrugada en el aeropuerto, avión no autorizado a entrar en territorio español, lo hace. Un coche particular, con un ministro dentro, sin escolta, acude sin saberse muy bien -ni se sabrá- a qué y encontrarse con la vicepresidenta venezolana, no autorizada a pisar suelo español… A partir de ahí, descubierto el suceso, comienzan las versiones contradictorias, incoherentes, inconsecuentes, ni remotamente cercanas a la realidad de los hechos y que a cada minuto que pasa, se van "agrandando narices", se descubren nuevos protagonistas, también ministros, relacionados con la gestión del encuentro y, singularmente, a pesar de los desplazamientos realizados, las cámaras de seguridad, ¿no registraron nada? O más bien será ocultado porque es una pena no poder saber qué embrujo mágico se usó para que la intrusa venezolana no pisara suelo español… Podríamos seguir, pero el colofón del guion revelado es de traca: quién iba de fontanero se nos ha transformado en héroe al evitar un "conflicto diplomático", lo que desmonta toda la versión original de las casualidades. Mientras, Zapatero e Iglesias hacen mutis por el foro. Así no les crecerá la nariz, por ahora.

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