Víctor Rodríguez

Generaciones

La otra orilla

Un demógrafo británico concluía un estudio en relación al fatídico Brexit,vaticinando que si el referéndum se hubiera celebrado hoy el resultado podría haber sido el contrario. Y es que el peso del voto a favor del abandono de la Unión Europea fue mayoritariamente de personas de más edad.

El mismo autor abría el debate sobre la limitación del derecho de sufragio a los mayores de 65 años. Esta semana ha ocurrido otro hecho que aparentemente no tiene similitud con el Brexit, sólo aparentemente, me refiero a la cesión de la gestión económica de la Seguridad Social del Estado al Gobierno Vasco, lo que todo el mundo interpreta como el primer paso para romper la llamada "caja única" y seguir avanzando en las desigualdades, cada vez más estructurales, entre personas que viven, trabajan y cotizan en España. Las prisas que les han entrado a los siempre sagaces miembros del PNV tienen que ver con haber convocado elecciones autonómicas y al hecho de no poderse permitir las habituales manifestaciones que vienen convocando los jubilados vascos, especialmente en Bilbao, pidiendo subidas, su principal fuente de votos.

Personas que se encuentran en el final de sus vidas están poniendo las bases de las políticas que afectarán, sobre todo, a las generaciones venideras y políticos a los que les cuesta ver más allá del período de cuatro años que transcurre entre una legislatura y la siguiente. Por el contrario, es muy difícil que se antepongan políticas que protejan a otros muchos colectivos que, por edad o condición social, no son prioridad alguna. Hablamos de los niños que viven lejos de sus familias por haberles sido retirada la tutela, de las personas con trastorno mental, los indigentes sin empadronamiento ni tarjeta censal, extranjeros itinerantes de las campañas agrícolas, personas presas, prostitutas de clubes de alterne, barrios marginales y conflictivos, y la lista sigue…

En el continuo estado de miedo en el que nos hacen vivir: de seguridad, de salud, económicos y medioambientales, está cundiendo la máxima de que lo primero es salvarme yo y los demás que arreen. El yo y el mío son tendencia. Nunca hubo tanta distancia entre jóvenes y viejos. En este barco que se hunde, los primeros en subir a los botes salvavidas deberían ser los más vulnerables, a los que deberíamos proteger, y no aquellos que quitan y ponen gobiernos en función de su edad o lugar de residencia.

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