Fútbol e ideología

La rutilante trayectoria de Ansu Fati tiene el valor añadido del mérito de quien emboca su carrera desde lo más abajo

La explosión en la élite del jovencísimo futbolista del Barcelona Ansu Fati, nacido en Guinea-Bissau, pero criado en la localidad sevillana de Herrera, ha propiciado la aparición de ciertos colectivos de la izquierda radical para, entre el paternalismo y la apropiación, vincular el éxito deportivo del joven jugador con las políticas de acogida que consideran genuinamente suyas. Particularmente llamativo ha sido el tweet publicado por el grupo Izquierda Unida, que junto a una foto del muchacho con el alcalde de Marinaleda, invocaba la importancia de éste en su carrera, rematando con un oportunista "Andalucía es tierra de acogida y lo de ayer fue un golazo por la escuadra a la ultraderecha".

Esta asociación entre el deportista exitoso de origen humilde con las proclamas sociales de la izquierda tiene su interés, quizá más sociológico que político, aunque no es desde luego nueva. Podríamos encontrarle un cierto antecedente literario en algunos capítulos del cásico ensayo del escritor uruguayo Eduardo Galeano El fútbol a sol y sombra, a modo de romántico alegato contra el fútbol como negocio. El mismo Diego Armando Maradona, prototipo del astro llegado a lo más alto desde los oscuros sótanos donde habitan la pobreza y la miseria, nunca renegó de su origen humilde de corazón de izquierdas, y admirador declarado de Fidel Castro. Hasta el insufrible Jorge Valdano, quien a pesar de los años sigue engatusando a tanto incauto que todavía se desayuna leyendo el Marca, de vez en cuando deja caer alguna perla de su desfasado socialismo de salón.

Como otros, la rutilante trayectoria de Ansu Fati tiene el valor añadido del mérito de quien emboca su carrera desde lo más abajo, teniendo como principal apoyo su propio talento, de quien es capaz de soportar la presión fuera de su casa, siendo sólo un niño en un mundo de hombres. A su éxito habrán contribuido todos aquellos que de alguna manera apostaron por él, primero en Sevilla y después en Barcelona, entre los que sin duda está Juan Manuel Sánchez Gordillo. Pero tan cierto es que sin la ayuda de éste posiblemente aquel niño y su familia nunca hubieran arribado al primer mundo desde el tercero, como que si aquí triunfara algún día la ideología de tan ensalzado protector, a buen seguro el futuro del joven Fati en España sería mucho más oscuro que el inmensamente próspero que ahora se le presenta.

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