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Huelva/Hay temas que son los realmente importantes y que, de tanto manosearse, terminan siendo relegados al ámbito conspiranoico, que es una manera de desprestigiar a quien los trata. El clima es uno de ellos. Alrededor de todo lo relacionado con el tiempo existe una enorme cantidad de ruido, amplificado por ese altavoz irresponsable de las redes sociales, donde cualquiera puede decir una tontería que será valorada y respaldada por una legión de insensatos.
Los medios tradicionales tampoco ayudan mucho, subidos al carro de la inmediatez y el impacto. Se dedica mucha programación e imagen a los fenómenos extremos: riadas, sequías, huracanes, se llevan a reporteros inexpertos al puerto de Navacerrada en enero para decir que está nevando y a Córdoba en agosto para decirnos que hace mucho calor a las tres de la tarde. Lo verdaderamente importante, y más lo relacionado con la naturaleza y el clima, es lento y sólo se advierte con paciencia, secuencias y años, pero claro, eso es demasiado aburrido para los sistemas de comunicación actuales.
Se habla mucho de la sequía: yo ya recuerdo tres. Me acuerdo de una campaña en el recordado Telesur (la programación de TVE en Andalucía, muy anterior a Canal Sur) animando a ahorrar agua. Recuerdo la de 1994, con los cortes y las barcazas llevando agua desde Huelva a Ceuta, y, obviamente, la actual. Eso me puede hacer pensar que el patrón se repetirá y, más pronto que tarde, volverá a llover. Demasiado cerca y demasiado pequeño es mi mundo para entender el clima desde mi casa.
Lo que realmente me da más miedo no es tanto la sequía, que es muy importante ¡cómo no!, sino el frío. Hay simulaciones que alertan de que, con el calentamiento global y el derretirse los polos, la corriente del Golfo, esa que trae aguas cálidas desde Méjico hasta las costas europeas, puede colapsar, lo que puede suponer caminar hacia una especie de nueva glaciación.
Miro a las generaciones venideras y posiblemente conocerán un polo norte sin hielo, un desierto en Andalucía y otras muchos fenómenos que ahora sólo parecen suposiciones. La pandemia del Covid nos ha enseñado lo vulnerables que somos, que todo puede cambiar de un día para otro y que no hay respuestas rápidas para problemas complejos. Miremos con la vista en el horizonte, si es que queremos llegar a algún sitio, o, mejor dicho, llevar a nuestros hijos a un lugar mejor.
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