Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Fracaso

Nunca desde la muerte de Franco España había proyectado una imagen más negativa ante el mundo

Nunca desde la muerte de Franco España había proyectado una imagen más negativa ante el mundo y, de forma muy acusada, ante sus socios europeos. Durante las últimas semanas, coincidiendo con la escalada de la segunda ola de la pandemia y con la agudización de la tensión política, los principales medios de comunicación del mundo han puesto sus ojos sobre lo que estaba pasando en nuestro país para resaltar el descalabro de la gestión de la enfermedad y la falta de acuerdo entre los partidos y entre el Gobierno y las autonomías. Fracaso ha sido la palabra más suave que se ha podido leer en The Economist, Frankfurter Allgemeine, Le Monde, Financial Times o The New York Times. Incluso algunos de ellos han llegado a situar a España en el umbral del Estado fallido, que es aquel que no es capaz de garantizar a sus ciudadanos unas condiciones de convivencia garantizadas por la ley.

Quizás la unanimidad de la opinión publicada en Europa deforme un poco la realidad española, como nosotros perdemos sensibilidad al analizar sociedades tan complejas como los Estados Unidos de Trump o el Reino Unido del Brexit. Pero no hay duda de que España se enfrenta a una de las situaciones más complicadas de las últimas cuatro décadas y que no está demostrando habilidad para resolverla, sino todo lo contrario. Tenemos un Gobierno mediocre, dividido e incapaz de hacer frente a una crisis sanitaria, económica y social de una gravedad sin precedentes. Las cifras de la pandemia y las perspectivas de los organismos económicos internacionales están ahí para certificarlo. Y tenemos una oposición, encarnada en el PP, que está lejos de dar la talla y que aparece más preocupada por sentir en el cogote el aliento de la extrema derecha que por lo que está ocurriendo en el país.

Pero, sobre todo, -ahí es donde inciden todos los análisis de la prensa internacional- tenemos un modelo de gobierno y de organización territorial que lastra la puesta en marcha de políticas efectivas para hacer frente a problemas graves como los actuales. Europa ha asistido atónita en poco tiempo a un intento secesionista en un país de la importancias estratégica de España y poco después a cómo no se podía abordar el desbordamiento del coronavirus en su capital porque el Gobierno central y el de Madrid se tiraban las medidas a la cabeza. Ni lo uno ni lo otro tiene precedentes ni encaja en la mentalidad de las democracias desarrolladas. España necesita entrar en un periodo de profunda reflexión. Si no lo hace, sí podemos llegar a ser un Estado fallido.

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