Fidel, Fillon, Rajoy

Fillon ha ganado porque ha sabido conectar con las aspiraciones hoy casi clandestinas de las mayorías

Casi obligatorio resultaría hoy hablar de Fidel, pero prefiero yo hacerlo de Fillon. Éste, sin duda, no es "una figura de calado histórico" capaz de marcar el devenir de un país e influir en todo un continente, que es la rajoyesca descripción que Rajoy ha hecho del tiranosaurio cubano. Refrescándonos su pasmosa inanidad, para nuestro presidente del Gobierno lo que cuenta de Castro no es que haya sido un sangriento dictador comunista que ha reducido a la perla del Caribe a la condición de paria de la Tierra, sino que su impronta le ahueca la Historia. ¡Qué aguda semblanza, qué juicio moral!

Pero querría yo hablarles de François Fillon y de su impensada elección como candidato del centroderecha francés en las primarias recién celebradas. Nuevo sorpresón que, definitivamente, debería impulsar a muchos analistas y encuestadores a cambiar el bolígrafo por el palustre como medio más honrado de hacer de la chapuza, oficio. Fillon ha ganado porque, frente a las vacas sagradas de la política, pendientes de agradar a los medios, ha sabido conectar con las aspiraciones hoy casi clandestinas de las mayorías ciudadanas en relación con la vida personal, social y de la nación. Pero para muchos, lo más importante son los procesos mediante los cuales están emergiendo en todas partes esas mayorías casi invisibles. Es el caso de las primarias internas, sobre las que el grupo Floridablanca, que desde dentro del PP las reclama en un congreso abierto, ha lanzado un comunicado en el que señala cosas que hoy, ante el caso Fillon, deben ser recordadas: que las primarias fomentan la competencia y propician la elección del mejor candidato; que suponen la única forma de conocer veraz y limpiamente la voluntad de la mayoría del partido; que provocan un auténtico revulsivo para las ideas y el debate en su seno, y finalmente, que las primarias son inclusivas y no excluyentes, e impulsan una dinámica positiva de movilización electoral.

El caso es que cualquiera que lea punto por punto el comunicado de la muchachada liberalconservadora que Floridablanca concita, advertirá una a una las razones por las que Mariano no quiere ni oír hablar de primarias ni de congreso abierto: ¿ideas?; ¿debate?; ¿competencia?; ¿voluntad de los militantes? Menudo habano se fuma él con todo eso. Y las cenizas, eso sí, como las de Fidel, ese gran hombre, a la urna.

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