Estamos dando pasos hacia atrás? ¿Nos ponemos de lado porque resulta más cómodo? Los datos relacionados con las nuevas generaciones apuntan a esa idea y pintan un panorama verdaderamente preocupante: más de la mitad de los jóvenes españoles defienden tesis y actitudes machistas. La violencia de género irrumpe en todos los estratos sociales y, aquí está lo peor, a edades cada vez más tempranas. El problema sobrepasa los límites y el juez de Violencia sobre la Mujer clama a través de las páginas de este mismo periódico a la implicación de las familias y amigos.

Los estereotipos machistas regresan a nuestra sociedad a pesar de las políticas de igualdad que se han ido implantando en los últimos años y, por ejemplo, más de la tercera parte de los jóvenes están convencidos de que los celos son normales. O sea, que vivimos un regreso al pasado, aunque coloreado con matices progresistas. No me digan lo contrario.

El entorno de los jóvenes es vital y constituye la base para evitar estas conductas. No hay duda. Tampoco sobre el uso de las redes sociales y de las pantallas digitales que, sin control, abren camino a un espectro que convierte en normal lo que no lo es y en habitual algo que debería ser excepcional. Y no solo eso, deja en manos de menores argumentaciones y hechos que son inexplicables para su edad. La falta de amparo hace más que probable la exposición involuntaria a material sexual, violento o a ser víctima del engaño pederasta, más conocido por el anglicismo grooming.

Una vez más, los datos lo evidencian y esta semana conocíamos que siete de cada diez jóvenes en España, de entre 18 y 20 años, han sufrido violencia online en su infancia.

Es inquietante. Pero a mí me resulta igualmente turbador que más de la mitad de los encuestados para este informe de la organización Save The Children carecía de unas normas básicas para el uso o control parental.

El visionado reiterado crea patrones machistas que se trasladan a las relaciones entre adolescentes y que llegan, sobre todo, de películas o series en las que la mujer se muestra habitualmente en un contexto de humillación y sumisión, lo que estandariza y convierte en algo corriente el sexo violento o incluso la violación. Sí, no se extrañen, los expertos llevan tiempo alertando de ello.

¿Somos conscientes de lo que estamos labrando? Si no dejamos en manos de los niños productos tóxicos o aquéllos que pueden dañarlos, ¿por qué lo hacemos con las nuevas tecnologías que no han sido diseñadas en un principio para ellos? Piénsenlo. En nuestras manos está.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios