Estrenando

Ojalá estos trescientos sesenta y cinco días, con todas sus letras, nos den para encontrarnos más allá de unas pantallas

Pues ya estamos a martes, el primer martes de la primera semana del año. A poco de haber desprecintado este 2023 puede que aún nos quede algo del impulso de los sones de la Marcha Radetzky tocados por la Filarmónica de Viena, de esos saltos de esquí hacia el infinito, de esos propósitos de Año Nuevo. Nunca he sido de hacer listados de posibles, porque temo el fracaso en ellos. Me declaro amarrategui en esto de la vida, voy partido a partido, día a día, pero tratando de consumar victorias y no facilitar las derrotas. Aunque tampoco he criticado a quienes organizan sus pretensiones; me parece altamente loable el tener unas metas predefinidas y enfocarse en ellas. Eso sí, hay que ir hacia esos objetivos, no vale con esperar a que le lleguen a uno como lo hacen las olas en las playas del Cruce. Así que suerte en todas esas decisiones, en todo lo porvenir que nos presagia este nuevo dígito. Ya estamos cambiando los calendarios en las oficinas. Estrenando fechas. Y ya se me plantea la duda de hasta cuándo desear buenos augurios, hasta cuándo decir feliz año. Tengo vecinos que lo dicen hasta vestidos de carnaval. Igualmente tengo la duda de hasta cuándo equivocaré la escritura en la fecha, poniendo un dos al final en lugar de un tres como un hermoso tributo a lo pasado y vivido.

Mientras, habrá que comenzar a ir liberando espacio del teléfono móvil con tanta felicitación y tanto deseo. Todos fueron recibidos como pequeños gozos, pues tras ellos hay alguien escondido. Pero los cambio. Los cambio por presencialidad, por jaleo, por planes imprevistos. Ojalá estos trescientos sesenta y cinco días, con todas sus letras, nos den para encontrarnos más allá de unas pantallas y no nos guardemos los afectos. Pues hay calles que nos esperan para un brindis, pues estas urbes son para reunirnos y no para esquivarnos. ¡En qué PGOU se nos heló el alma! Ojalá se multipliquen esos abrazos, catarsis de nuestra fragilidad, esa alquimia física. Ojalá de nuestras decisiones salgan las elecciones correctas. Ojalá el ascenso de nuestras pasiones. Pero desde lo proactivo, dando pasos. Por eso el gerundio de esta columna, como proceso, un constante estar en ello. Estrenemos cada día. Enhebremos los motivos. La parte inmaterial e intangible es nuestra. Para lo material ya tenemos la carta escrita y dispuesta para que se la lleve esta misma tarde el Heraldo Real.

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