Estadísticas

Profesionales como ella nos ayudan a tener un buen diagnóstico de nuestra sociedad

Hay una memorable viñeta de El Roto que reza: de tanto ver números se ve borrosas a las personas. La imagen muestra a un trajeado economista o empresario o académico hojeando tablas y figuras geométricas. Y tiene algunos años, aunque su vigencia es tanta como la obviedad de que vemos lo que queremos, contamos lo que contamos y elegimos las verdades y las realidades que damos por ciertas. Y ese instrumento, la estadística, sirve para uno y para lo otro. Para descubrir o para corroborar. Depende lo que preguntes, depende lo que mires.

Hace unos días hemos sabido de las diferencias salariales en la Unión Europea. Adecco (empresa suiza experta en recursos humanos) ha advertido que España -aunque ha mejorado los últimos tres años- mantiene hasta 20 puntos de diferencia con el salario medio de los países europeos donde más se cobra. Tampoco estamos a la cola, hay cerca de 15 países por debajo, casi todos de el sur o del este. Lo llamativo es que el salario medio español se sitúa en poco más de 1.700 euros. Ahí sí que encaja como un guante la famosa parodia que hacemos de la estadística: cada español toca a medio pollo, y en algunos casos hay uno que se lo come entero y otro que ni lo ve volar. Será una tara, pero me aterra hacer apología de mis circunstancias ya sea en asuntos laborales o sentimentales. Pero volviendo a la inevitable sensación personal de la realidad, conozco pocos menores de 35 años que puedan gozar de un sueldo como el que llaman "medio". Hasta los mil euristas, antaño sinónimo de precariedad, han subido de escalafón y hoy provocan admiración y/o envidia. Tampoco es lo mismo cobrar esa cifra viviendo en París que en Huelva, pongo por caso, ni vale lo mismo un melocotón en Hamburgo que en la magnífica frutería de Mairena. En esa brecha salarial publicada hace días, por ejemplo, echo de menos la mirada de género, esa que desciende al trazo fino -esa que dicen algunos que no existe porque está prohibido cobrar distinto por el mismo trabajo-, pero que aparece nítida cuando se bucea en los casos, en el "acumulado" de los C.V. de mujeres, que han pagado peajes. De eso sabe muchísimo Elena Manzanera, recién nombrada directora del INE y el motivo mollar de este artículo. Porque profesionales como ella nos ayudan a tener un buen diagnóstico de nuestra sociedad y a partir de ahí no errar en los tratamientos. Doctora de los números, Manzanero nunca verá borrosas a las personas. Una buena noticia para la ciencia y para la vida.

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