Entre túnicas

Maria del Carmen Córdoba Gómez

Espera deseada

Ya último Viernes de Cuaresma, también llamado Viernes de Concilio, día especial para recordar el dolor de la Virgen María, antesala de la Semana Mayor. Día para acompañar a Nuestra Señora de los Dolores por su barrio de las Colonias, y a la Virgen del Prado en su Dolor. Es también día de júbilo, de sonrisas de niños, de caras de felicidad en la Plaza Niña, donde la inocencia, que no debemos perder, irrumpe por el centro de la ciudad con una procesión infantil que año tras año organiza el Colegio María Inmaculada. Sí, es día de alegría, de bullicio, de espera deseada, después de haber asistido a cultos, actos, ensayos, presentaciones, pregones, donde hemos visto lo que las hermandades son capaces de hacer, sin dejar la caridad, poniendo nuestro grano de arena que tanta falta hace. ¿Quién puede poner en duda nuestra Semana Santa? Nuestro espléndido patrimonio, que va creciendo poco a poco, con estrenos de bambalinas, techos de palio, mantos, dorados, enseres…

Pero el año es largo, los Titulares siempre están, y por eso me reafirmo que hay que vivir cada momento, disfrutar en este tiempo de espera, no podemos quedarnos sólo con el día que sale nuestra cofradía. Me quedo con un pequeño retiro de Cuaresma ante la capilla sacramental, contemplando la dulce mirada de la Virgen de la Paz. Me quedo con todo lo que va aconteciendo, con amistades encontradas, con pregones valientes, como el de mi amiga Lupe en el Centro Penitenciario, con otro pregón que nos recordaba la historia de una hermandad señera, en el que mi querida Mariola nos dio un gran ejemplo de lo que es hermandad, en el Gran Teatro de Huelva, y con el de Pilar en Valverde, que llegó al alma, recordando la Pasión de Cristo en los rostros de los más necesitados. Me quedo con reconocimientos, más que merecidos, en el Llamador, Cope, Ser… a D. Francisco Rey Roque, nuestro “Afri”, por su trayectoria durante más de cuatro décadas al frente de los pasos. Me quedo con encuentro con amigos, de charlas, de tertulias, entre torrijas, de presentación de carteles, y libros como el del “Reencuentro”, recuerdo gráfico de nuestra Semana Santa, quedando constancia en la historia. Sueños hechos realidad, por personas que han puesto todo su cariño y empeño.

Me quedo con la pregunta de un niño en catequesis, ¿dónde está Dios?, refiriéndose al Cristo de la Sangre, al ver el altar mayor vacío durante las obras que se estaban realizando en el retablo. Estaba en un lateral y no podía verlo por las columnas. ¿Cómo puede llenar tanto y decirnos tanto? Hasta dónde puede llegar la fe, y comprender la entrega de Amor más hermosa, a través de nuestro Cristo, a través de los rezos piadosos de un Vía Crucis, testimonio público de fe en la calle, como los que se han celebrado durante este tiempo de Cuaresma, y el vivido ayer con el Santísimo Cristo de la Sangre, cabeza ladeada, su sangre derramada, quién pudiera alzar una mano para aliviar su dolor.

Por todo esto, ¿quién puede dudar de nuestra Semana Santa? Disfrutemos con la máxima plenitud, enamorémonos de su magia, de su música, de una mecida, de esa cera derretida, de la lágrima que corre por el rostro de María, de sensaciones difíciles de explicar. Saboreemos cada esquina, cada rincón de nuestra ciudad. El mundo tiene “sed” de Dios. Es el momento de conmemorar la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor

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