El zurriago
Paco Muñoz
Me dais asco casi todos
Durante la habitual larga espora en la visita médica familiar, tuve oportunidad de escuchar la entrevista de C. Herrera con Alfonso Guerra que daría para una extensa conversación y extraigo una conclusión rotunda que vengo meditando largo tiempo y que se me ha terminado de imponer, tal cual es, que si la senda en la que estamos se consolida, definitivamente podremos afirmar que vivimos en un periodo manifiesto e innegable socialmente decadente.
Es lo que yo, quizás por deformación profesional, llamo situación de “anemia democrática” y que algún día, si fuera procedente hacerlo, trataría de explicar.
Lo cierto es que A. Guerra, califica como una “infamia” la visita de la Vicepresidenta al fugado Puigdemont. Y ciertamente, es así porque el carácter de olvido y borrado de los delitos que son inherentes a la amnistía, además de suponer una ruptura con el acuerdo de convivencia pacífica del 78, en el paso de un modelo autoritario a uno democrático, para resultar que, ahora, la democracia es represora y los demócratas son los golpistas. Esto, por otra parte, me hace preguntar: ¿en qué lugar deja ZPedro al Rey tras su intervención televisiva de aquél 3 de octubre, con el 155 que el señor Sánchez había votado y aprobado? Verdaderamente lamentable y vergonzosa actitud el Presidente en funciones.
Ítem más. La amnistía, en mi opinión, al borrar los incumplimientos legales lleva aparejados la autorización del referéndum o como quieran llamarlo porque las urnas del 1 de octubre dejarán de existir; sin embargo, los miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado, seguirán procesados por cumplir con su deber. Auténticamente patético. Sin dejar de señalar que en el 29º Congreso del PSOE, se rechazó la Autodeterminación y, en consecuencia, la modificación de ese acuerdo solo podría regularizarse en otro Congreso (Guerra digital). Por tanto, queda claro y notorio que todo este galimatías tiene un solo responsable: el partido socialista imbuido del caudillismo “sanchista”. Todo lo demás, es pura especulación de consecuencias difíciles de calcular.
Dicho esto. Hay que pensar lo ilógico que resulta la falta de consenso entre los dos grandes Partidos, de manera que el 6% de los votos se imponga a una gran mayoría. Resulta inexplicable, como ya he comentado, que en el 78, a solo tres años del final del régimen franquista, hubo concordia y ahora sean los nacionalistas junto a los afanes de ZPedro quienes lo impidan. Mas no acaba aquí las responsabilidades, el PP las tiene y en alto grado. Primero, por sus derivas e incoherencias de gestión internas. Las negociaciones autonómicas en algunos casos han resultado esperpénticas; los vaivenes y errores estratégicos de Feijóo, resultan decepcionantes; la falta de activismo de una militancia numerosa poco estimulada por los dirigentes locales es dilapidar un capital con altas potencialidades electorales y, sobre todo, la renuncia a la batalla cultural lo coloca en una inferioridad social y generacional ante quien se siente en superioridad moral por el continuo uso del lenguaje y los eufemismos tácticos de una izquierda cada vez más extrema.
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