Confabulario
Manuel Gregorio González
Zapater y Goya
En el frío de la mañana que llega, con luces tímidas que emergen de las sombras de este Madrid que me contiene y me habita, termino Esencia de Efi Cubero (La Isla de Siltolá). Estremecido aún por la lectura, por lo atisbado en la hondura del decir, escribo.
Treinta y cuatro ensayos breves que a veces se acercan al relato y otras al viaje homérico; los más, asaeteados por la poética -siempre presente-.
Mientras la autora mira viendo -tal que algunos poetas helénicos manifestaron que debía hacerse el transitar- observo más que leo, cómo Efi Cubero deconstruye la obra y la vida de más de una treintena de artistas, y, a su vez, configura su propia identidad buscando la completud a través de la esencialidad de la palabra precisa. El dibujo, la pintura, la escultura, la performance y hasta la arquitectura se incluyen en la nómina seleccionada por la sajadura lúcida y crítica de la pluma de Cubero: Picasso, Velázquez, El Greco, Jackson Pollock, Rubens, Goya, Urbano Galindo, Rembrant, Rufino Mesa, Turner, Antonio López, Ai Weiwei, Rodchenko, Monet, Dalí, Caravaggio, Gauguin…
Extirpado lo cronológico por innecesario, solo queda el mensaje desnudo y certero: el preciso argumento. Y esto hace posible emparentar a creadores de diversas épocas, estilos, y muy diferentes en su relación con lo matérico y su alteración con el paso del tiempo. La poesía roza los aleros y los sótanos, los costados todos de cada frase del texto. Al mismo tiempo, como una saeta sin rumbo, un Eros henchido de belleza carga sobre sus hombros la mitología que da fe, que explica el porqué de la necesidad del arte, de esa elevación, de esa necesaria búsqueda en la que se empeñan algunos seres humanos por encontrar lo transcendente, lo epifánico, lo mistérico y lo excelso.
Juan Manuel Macías arguye en la contraportada del libro, lo siguiente: "Una mirada que nos habla y nos guía, y nos regala lo contemplado como quien abre la cancela a las primicias de un bosque secreto, en el primer relente del alba". El mismo semejante relente que aprovecho para escribir este diserto, en un Madrid aún perezoso y quieto.
La mirada de Efi Cubero viene encorsetada en el conocimiento profundo de los autores que retrata, dado que su relación con ellos no es casual ni impostada, sino perseguida, con la constancia del sediento que busca un oasis en donde calmar las ansias.
Un libro necesario para los amantes del ensayo, del relato y de la poesía, que no es poco.
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