Elogio de El Pali

Vino a este mundo para hacer patente esa forma de amor que consiste en venerar a su pueblo

Sólo le pido a Dios / de que no repique a vuelo / la torre de la Giralda / y tapen mi cuerpo frío / con mi bandera de España.

Francisco de Asís Palacios Ortega, El Pali, había nacido en Sevilla en 1928. No lo sabía pero vino a este mundo para hacer patente esa forma de amor que consiste en que venerar a su pueblo todos los días de tu vida era una forma andaluza y española de amar.

Ya no pasan cigarreras / por la calle San Fernando / con flores en la cabeza / y los mantones bordaos. / ¡Ay, Sevilla de mi alma! / que lo estás perdiendo todo, / los niños en la plazuela / cuando jugaban al toro.

Sevilla de pregoneros / de piropos y sonrisas / de piropos y sonrisas, / sólo le queda la esencia / del parque de María Luisa. Era el estribillo.

En su sevillana Sevilla tuvo una niña, El Pali despliega todo un arsenal de arte de la memoria enmelada y convertida en melancolía alegre, intimidad de una pasión sin límite: Sevilla tuvo una niña / y le pusieron Triana; / la bautizaron en el río / los gitanos de la Cava. En el estribillo ataca: Vaya bautizo con arte: / muchos barbos en adobo, / mucho vino y alegría / y allí aprendieron los moros / el baile por bulerías.

Aparte, el arte literario, esa intuición para la sorpresa y el deslumbramiento verbal (La Cartuja pa’ el bautizo / regaló una palangana) y, por supuesto, su forma cantaora, su voz y novedad, lo que llaman los flamencos el aire de su cante, el metal de su voz, El Pali cuando canta llena de magia misteriosa el lugar en donde me halle. Conoció la Sevilla de los 30 y de los 40 y de los 50, que seguía siendo una Sevilla sobrevenida del romanticismo y las canciones inolvidables, además de su belleza innata y de las creaciones populares excelsas como las tardes de la Maestranza, la Sevilla cuaresmal y penitencial y esos lugares del arte, como la Alameda y la Triana añorada siempre.

No llores Sevilla mía / no llores Giralda Guapa, / no llores Torre del Oro, / que te viá hacé un río nuevo / con lágrimas de mis ojos. Por si había alguna duda.

Qué tiempos, tiempos aquellos/recordarlos causa pena / recordarlos causa pena/todo ha muerto, todo ha muerto/como murió la Alameda.

Sevilla en la primavera / se corona de azahar /como una novia que espera / que la lleven al altar.

A estos modos de amar, llamo Patria. Mi elogio es para este patriota de la belleza humilde de España.

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