El Malacate

Javier Ronchel

jaronchel@huelvainformacion.es

Elegir diputados en Huelva

Los onubenses tenemos la capacidad de votar hoy a cinco diputados que participarán en la definición del futuro de España; y también en el de esta provincia, que depende de todos nosotros

Cien autobuses fueron hace años un arma muy efectiva ante una afrenta a Huelva

Cien autobuses fueron hace años un arma muy efectiva ante una afrenta a Huelva / M.G.

La provincia de Huelva elige hoy a los cinco diputados que le representarán los próximos cuatro años en Madrid, en el Congreso. Los cinco participarán en la elección del nuevo Gobierno de España, y varios de ellos, seguramente la mayoría, serán parte de él. Los cinco, en cualquier caso, tendrán a su alcance definir el futuro de los españoles. Y los onubenses, todos nosotros, tendremos hoy esa capacidad, con las elecciones de este atípico verano político que puede marcar más que el rumbo de un horizonte temporal limitado.

No entraremos a analizar cuestiones ideológicas ni los discursos ásperos y radicalizados por las formas, los extremos y las estrategias cambiantes. Pero sí conviene reparar en la importancia que debe tener esta elección para Huelva. Al menos en la necesidad que tiene esta provincia de que la tenga. Y la obligación que tienen, esos cinco diputados que salgan hoy elegidos, de votar por su tierra en el Congreso, por el electorado que les respaldará.

Ese vínculo se mantiene muy presente en el sistema anglosajón, en el que pesa más la defensa de lo propio, lo más cercano, que la de lo general, aunque también sea propia. Hasta el punto de costar la reelección si los resultados no son satisfactorios. Y, mejor aún, hasta el extremo de, si fuera necesario, que se enfrenten abiertamente al mismo Gobierno al que contribuyó a formar.

Contaba entre amigos un antiguo cargo público de Huelva (no desvelaremos su nombre para no traicionar su confesión, por más que hayan prescrito los hechos) que un buen puñado de años atrás se reveló ante una grave afrenta a esta provincia (tampoco diremos cuál para no provocar el incendio que entonces apenas trascendió), y se plantó ante el responsable del agravio, que no cedía. Bastó que le anunciara que llevaría ante su institución 100 autobuses llenos de onubenses –unos 5.000 en principio, y algunos más seguro– para que en dos días el desaguisado fuera arreglado sin que nadie se enterara de lo ocurrido. Ni los pasajeros de esos autocares que nunca llegaron a salir de Huelva.

Probablemente otra realidad habría ahora si ese ejemplo se replicara en tantas afrentas que sigue sufriendo esta provincia. Si volviera ahora alguien a enfrentarse a quien fuera necesario por atender las necesidades y reparar los daños provocados. Y a tener esa capacidad de movilizar en su defensa a miles de onubenses, el propio electorado que le respaldó (o no), en un día como hoy.

Puede que bastara sólo con que todos estuviéramos dispuestos a subir a un vehículo para llevar las reivindicaciones fuera de Huelva, a donde corresponda. Con el mismo poder con el que se eligen diputados, como haremos hoy en los colegios, pero sin caer presos y sumisos a nuestro voto en las urnas, que para eso ya corren ese riesgo los propios elegidos.

Cada vez son más los onubenses que tienen claro que las elecciones son sólo un paso (teórico, al menos) para que la provincia se acerque a los objetivos que tiene marcados hace años para su desarrollo. Son realmente, como todos sabemos aquí, necesidades que cubrir con urgencia, mientras sigue haciendo mella el desequilibrio y el agravio comparativo sufrido con el resto de provincias.

Huelva sigue condenada a la dependencia de otros para acceder a servicios básicos que los demás disfrutan y aquí siguen negándose. Ocurre para coger un avión, un tren de alta velocidad, una autovía hacia algunos destinos, una determinada atención sanitaria o muchos estudios universitarios, por ejemplo. Y mientras Huelva no sea independiente en todas esas prestaciones, seguirá obligada a cotizar muy alto su voto, a exigir a sus cinco diputados y a seguir reclamando en los cuatro años siguientes a la jornada electoral. Después de este 23-J es lo que toca. Que nadie lo olvide.

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