Dificultad para pactar

Pedro Sánchez no ve con malos ojos el que tengan que repetirse las elecciones generales

En política es habitual eso de ahora digo sí, aunque ayer lo que se defendiera fuera no; lo mismo que al contrario. Por tanto, las predicciones siempre tienen un riesgo alto de que no se cumplan. Por eso, aunque a día de hoy, podemos afirmar que lo más probable es que después del verano tendremos elecciones, porque Pedro Sánchez no consigue los apoyos necesarios para su investidura, a nadie que tenga un poco de conocimiento de cómo opera el sistema de partidos se le ocurriría asegurar que se producirán esos comicios con total certeza. Por lo que respecta al ahora, hay que descartar que el PP cambie de criterio siquiera de abstenerse y lo mismo cabe decir de Ciudadanos, si bien nunca se sabe. La otra posibilidad, que sería un nuevo gobierno Frankenstein -como denominó Pérez Rubalcaba al pacto habido para derrocar a Mariano Rajoy- tampoco está resultando fácil. Pero al margen de estas dificultades, se puede albergar la idea de que Sánchez no vea con malos ojos la repetición de elecciones, dado que las encuestas apuntan a un aumento en el número de votos para el PSOE, como reflejan los datos presentados por el CIS. Además, no hay que olvidar que la ley d'Hondt, que rige el reparto de escaños, hace posible que con un cuarenta y tanto por ciento de los votos se pueda alcanzar la mayoría absoluta. Quizás esas sean las razones por las que el presidente en funciones no esté muy preocupado por llegar a acuerdos. Él y su partido, desde el poder se están fortaleciendo gracias al desgaste de Podemos y al lento avance de Ciudadanos. Sin embargo, al país no le viene bien esta coyuntura, de la que son responsables todas las formaciones políticas, unas más y otras menos. Todas están utilizando tácticas, aunque sean legítimas, para su beneficio exclusivamente partidista. Y no le viene bien esta coyuntura porque es bien conocido que esta clase de situaciones repercuten negativamente sobre la economía pues, entre otras cosas, los inversores huyen de la inestabilidad y de la incertidumbre. Queríamos superar el bipartidismo y se logró. Las instituciones están compuestas por un buen número de siglas de muy diferente color político, y eso es bueno en la medida que sirva, que sea útil; pero si no son capaces de llegar a acuerdos, se siembra el terreno para que aquel retorne. Si cada vez que haya elecciones resulta tan difícil pactar, más de uno va a añorar las mayorías absolutas. Repetir elecciones supone desencanto y desconfianza hacia la clase política.

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