tiempo de academia

Francisco José Martínez López

Catedrático de la Universidad de Huelva Academia Iberoamericana de La Rábida

Día de la concienciación de los tsunamis

El pasado jueves hemos celebrado con Naciones Unidas el Día Mundial de la Concienciación de los Tsunamis, y es que, en 2015, la Asamblea General la ONU designó el 5 de noviembre para concienciarnos sobre este fenómeno que es poco frecuente, pero muy destructivo, sobre todo en vidas humanas. Se trata del desastre más mortífero que existe, en el último siglo se han documentado 58 tsunamis se han cobrado más de 260.000 vidas, un promedio de 4600 pérdidas humanas por tsunami, mayor que cualquier otro riesgo natural. Por eso, Naciones Unidas, tres semanas después del terrible Tsunami del Océano Índico de diciembre de 2004, que afectó a Indonesia, Sri Lanka, India y Tailandia, reunió en la japonesa ciudad de Kobe a todos los gobiernos, que aprobaron el Marco de Acción de Hyogo, constituyéndose en el primer acuerdo mundial de gran alcance sobre la reducción del riesgo de este tipo de peligro natural.

Entre otras cosas, se crearon los sistemas de alerta y mitigación de los efectos de los tsunamis en el Océano Índico, mediante la creación de decenas de estaciones de vigilancia sismológica, tanto en tierra como en el mar. La fecha elegida, 5 de noviembre, tiene su origen en la bonita historia de la quema de las plantas de arroz (Inamura no hi), pues en Japón, durante el terremoto de 1854, un agricultor vio que la marea estaba bajando, una señal de que se avecina un sunami. Decidió prender fuego a toda su cosecha (a pesar de perderla) para advertir al resto de habitantes de la aldea que huyeran hacia el interior, salvándose muchos de ellos.

Nos gusta vivir en la orilla del mar y eso tiene este tipo de riesgos, que, siendo muy escasos, sí que es muy destructivo cuando se produce. Por ello, se ha creado el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, que ya afecta a todo el mundo. Ninguna zona costera está libre de sufrir un tsunami. Para dentro de una década, en 2030, se estima que el 50% de la población mundial vivirá en zonas costeras expuestas a tsunamis. Por eso hemos de crear infraestructuras, sistemas de alerta temprana y concienciar a la población del riesgo de tsunamis en el futuro.

En Huelva, cada vez que se nombra la creación de un sistema de alerta temprana de tsunamis, se monta un gran revuelo, porque se piensa que va a dinamitar nuestra oferta de turismo de sol y playa. Ni siquiera se quieren crear refugios en municipios que pueden estar bastante expuestos, como el de Punta Umbría o Isla Cristina. Hay que trabajar en dos líneas, uno crear un sistema de alerta temprana eficaz, aunque aquí los terremotos pueden ser muy próximos a la costa y da poco tiempo, al contrario de los que se originan en otros océanos que tardan a veces muchas horas en llegar a la costa por venir incluso de otro continente.

Por otro lado, para el caso de que llegue, tener preparados en algunos lugares que carecen de zonas altas refugios para acoger durante unas horas a la población.

No hay que crear alarmismos, de hecho, en la costa de Huelva tenemos una ventaja importante frente a los tsunamis y es que aquí debido a que nuestra costa no tiene apenas profundidad y los tsunamis no pueden coger velocidad (avanzan al cuadrado de la profundidad), por eso se trata de tsunamis muy distintos a los de Japón. Allí el tsunami que llegó a la central nuclear de Fukushima avanzaba en el mar casi a la velocidad de un avión en vuelo (pues en el Océano Pacífico la profundidad media es de 4.000 metros, lo que da una velocidad de propagación promedio de 198 metros por segundo o 713 kilómetros por hora), aquí en la costa onubense llegaría a la velocidad de una persona corriendo.

En mi colección de libros antiguos sobre Huelva, tengo un librito muy interesante titulado Relación verídica del Terremoto y agitación del mar acaecido en Ayamonte el día 1 de noviembre de 1755, que fue publicado un mes después del desastre natural. En él cuenta cómo, tras 15 minutos de intenso terremoto, con la calma llegó el desastre, pues media hora después el mar empezó a inundar las marismas, después de que el río Guadiana se quedara sin agua, se lo había tragado el mar. Cuenta cómo luego subió, pero no cómo una ola gigante, sino como una marea, que se repitió por tres veces, de forma que a muchos vecinos les dio tiempo a ir a los montes cercanos.

Hemos de aprender que aquí puede haber tsunamis, como en cualquier otro sitio, que llegarán relativamente pronto después del terremoto, pero con poca velocidad, y ante esa amenaza podemos actuar de forma eficaz si estamos preparados, por eso es bueno que nos pongamos manos a la obra, sin extremismos ni nerviosismos.

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