En tres días, pistoletazo de salida para unas fiestas donde se celebra la pasión, la muerte y la resurrección de Cristo. Este año parece que lucirá un sol radiante, no hay ningún estado de alarma inminente y no se han detectado globos espías chinos en el espacio aéreo español.

Tanto si eres devoto como si no de este festejo, este escrito te será de ayuda: puede que hasta te salve la vida. No te contaré curiosidades al uso, te haré ver la otra cara de la moneda, porque, querido lector: cada uno, de su madre y de su padre.

Si tienes hipersensibilidad auditiva, no vayas a las comarcas del bajo Aragón para visitar la ruta del tambor porque durante más de 24 horas están dándole al bombo sin parar. Que te estás acordando todavía de cuando tu padre le compró al niño el tambor en la feria y casi lo tiras por el balcón cuando no habían pasado ni diez minutos.

Si se te pone la piel de gallina en los tanatorios, en los hospitales, cuando ves una película de miedo o cuando pasas por un cementerio, no vayas de visita a Verges en Girona. Allí celebran la Danza de la muerte: cinco esqueletos andantes con guadaña incluida hacen un baile por las plazas y las calles del pueblo, legado de las danzas macabras de la edad media española y europea. Acostumbrados a las coreografías de Beyoncé, seguro que lo puedes recrear en mitad de la noche para que tus hijos tengan pesadillas durante una semana: es muy facilito.

Si sufres de claustrofobia o agorafobia no vayas a salir a dar un paseo el Jueves Santo por el centro de la ciudad, puede que lo pases regular. Al igual que si vives cerca de una iglesia, no se te ocurra sufrir una angina de pecho o un infarto el Viernes Santo a las seis de la tarde: aguántate un poquito.

Si tienes la cadera delicada, artrosis o eres poco ágil, no te atrevas a ponerte los zapatos de deporte para ver las procesiones: están como nuevos pero se les ha cristalizado la suela de goma porque no los usas hace más de un lustro. Cada año hay decenas de accidentes por culpa de la cera de las velas que portan los nazarenos: resbalones de viandantes confiados que van rezando el rosario detrás del paso sin saber que dentro de poco serán las cojos de la Santa Semana.

Ay de los abanderados del civismo… Esas cáscaras de pipas regando las calles como si fueran margaritas en un campo silvestre en pleno apogeo primaveral: ¡guárdate las cáscaras en los bolsillos! Cuando llegues a casa puedes jugar con ellas como si fueran uñas postizas.

Si quieres asistir a una celebración pagana y hacer en una procesión lo que no puedes hacer en ninguna otra de España, vete a León a ver el entierro de Genarín: podrás beber en la calle, gritarle al paso y bailar al son de los clarines y tambores mientras se venera la memoria de un hombre al que le gustaba mucho el orujo.

Y si estás preso en la cárcel recuerda que cada Semana Santa el Gobierno concede indultos: quizás eres uno de los agraciados que podrá comer pipas sentado en un palco.

Que disfrutes de las fiestas, si puedes.

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