Paco Huelva

Crisis

Todos los analistas vaticinan que vamos a tener un próximo invierno duro y traicionero

Hemos entrado en una escasez de mesura y de afectividad tal, que la ciudadanía se ha convertido en el epicentro de una violencia verbal y física que muchos no recordábamos, aunque peinemos canas. Quizás fuera siempre así y en Europa no habíamos percibido -desde la denominada segunda gran guerra-, los efectos de vivir instalados en un sistema que pierde derechos tanto individuales como colectivos cada día que transcurre y, además, se ve afectada por las consecuencias de una guerra cainita y criminal, como todas.

Nuestra zona de confort se va esfumando con cada estación del año que se consuma. Todos los analistas vaticinan que en nuestro continente vamos a vivir un invierno duro y traicionero, que nos la va a hacer pasar canutas a la mayoría de la población, especialmente a la más lábil y necesitada.

Decía Platón, que "la ciudad nace porque se da la circunstancia de que ninguno de nosotros se basta a sí mismo". Pero, desde que este discípulo de Sócrates dijera la tal cosa, han pasado la friolera de veinticuatro siglos. Y hoy la ciudad en que vivimos se llama planeta Tierra. La globalización hace que cualquier desastre, y la guerra lo es, nos afecte de forma automática a todos por igual.

No es casual tampoco que en estas circunstancias la mentira y el agravio, campen a sus anchas buscando terreno fértil y encuentre a personas que se dejen persuadir por el verbo trucado de algunos gobernantes sin escrúpulos. Y en este magma, las democracias pierden voz a favor de las tiranías. El pensamiento estructurado se escurre y la voz docta, constructiva y apacible, se pierde ante la presión de los discursos del odio y del insulto exacerbado.

Como prueba evidente, y me duele decirlo, tenemos la última sesión celebrada en el Senado de nuestro país. Una pelea de dos gallos. Sánchez y Feijóo. Feijóo y Sánchez. Los demás gallitos quedaron eclipsados. La izquierda española nada ganará por ese camino. Esta actitud lo único que traerá es el asentamiento de la derecha y de la ultraderecha en España y eso, guste o no, supone un recorte de libertades. Sánchez se equivocó al plantear ese debate. Intervino durante más de dos horas mientras que Feijóo no llegó a treinta minutos. O lo corrige en el futuro y no entra al trapo, o el PSOE se puede despedir del Gobierno que ahora dirige. Mientras tanto, Feijóo, como buen gallego tal que Rajoy, se escuda en el silencio y luego saca tajada, porque, el que mucho habla termina equivocándose.

stats