Visiones desde el Sur

'Cartas a Lou'

Apollinaire jugueteó en su corta vida con el simbolismo, el cubismo y el dadaísmo

Apollinaire escribió al menos doscientas veinte cartas a una descendiente directa del almirante Coligny. Es necesario aclarar que esta Lou no es la que enamoró a Nietzsche, Paul Rée o Rilke, o la que se tuteó con Freud y escandalizó a muchas féminas de la época: Lou Andreas-Salomé.

Pues bien, Apollinaire en Cartas a Lou, se nos muestra de un superlativo erótico que puede azorar a mentes cándidas: "Hasta mañana, mi corona de laurel, te beso todas las hojas, también por el envés, y mordisqueo con deleite tus bayas gloriosas".

Pero el lenguaje de Apollinaire sube de tono: "La de casquetes que vamos a echar (…) mi pequeña esclava culona". O resulta insoportable por lo explícito: "Lou, cuando pienso en ti me empalmo de un modo indescriptible".

Otras veces, cuando el ardor del poeta debía estar en su máximo apogeo, luego de decirle a Lou "que no se hiciera manitas", soltaba algunas tracas de las que pondré sólo un ejemplo que ruborizaría al mismísimo Marqués de Sade: "Quiero que me obedezcas en todo, hasta la muerte, y para obligarte a ello, bella indómita, quiero azotarte las nalgas, las gruesas nalgas aterciopeladas que se agitan, se abren y se cierran voluptuosamente cuando estoy encima fustigándolas. Te las flagelaré hasta que sangren, hasta que parezcan una mezcla de frambuesa y leche. Estas dos bellas eminencias merecen en justicia la sotana cardenalicia y yo me encargaré de otorgársela. Te las retorceré de dolor y deleite hasta que, palpitante, te posea con hondura, boca a boca, y si no te rindes te reservo el suplicio del palo, te encularé hasta la raíz de mi verga y te haré gritar de dolor mientras reviento ese bonito culo que se lo tiene bien ganado, ese culito del que me he compadecido mucho hasta ahora".

En fin, un libro que no aconsejo a lectores melindrosos ni timoratos, sino a quienes deseen indagar algo más en la personalidad de Apollinaire, quien, en su vida privada, por las cartas escritas a Lou, se nos revela también como un redomado homófobo y un insoportable machista.

Apollinaire jugueteó en su corta vida con el simbolismo, el cubismo, el dadaísmo y podría decirse que dejó planteada la entrada hacia el surrealismo. Su relación con Picasso, Braque y Matisse así lo atestiguan.

Algunos de sus famosos ideogramas -hoy incluidos en lo que se denominaría poesía visual- pueden encontrase en este interesante texto. Pero, reitero, no es apto para espantadizos.

La literatura es eso: solo literatura.

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