
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Sin cortafuegos ni cabezas de turco
silla de palco
COMO la sombra que persigue a Camilo, voy hurgando en las páginas de aquella Huelva que describe a corazón abierto, en su relato apasionado e intimista. De su fisonomía, állá por los cincuenta del siglo pasado, se vislumbra un pueblo singular, humilde e ingenioso.
Cita el libro sus barrios, barberías, tabernas, reñideros de gallos, ventas y gentes del mundillo coplero, personajes populares, kioscos y, un largo recorrido por rincones que un día, a la sombra de viejos palmerales y gigantes cabezos, confiesan ese ayer de una tierra perdida en la distancia y prendida en la memoria. Somos el largo recorrido de una senda heredada, de una huella imborrable, de una voz silenciosa que se alza arrebatada en sus raíces. El tiempo no ha mustiado sus ramas, no ha cegado su luz, no ha vejado su magia. De sus páginas caen a bocajarro, un tumulto de voces entre medias limetas, manguaras de aguanieve, alfombras de serrín y torres de bocois. Son los ancestros que llaman a la puerta: el Bodegón, la Viuda, el Paraguas, Casa Márquez y la Cervecería de Viena, el Onuba, los Amigos, la Esquinita, el Tenedor, la Viña, el Alba, Calviño, Casa Quintán, la Bodeguita Alcaide, el Siglo XX, la Marina, el Barbi, las Tinajas, el Macareno, Joselito, el Central, las Ocho Horas, Casa Honorio, la Mantúa, el Cocodrilo, el bar Flor, doña Rosa, Casa el Cano, el Astoria, Curro Calvo, el Siete Novias, el Valle, Juan José, Paco Asunto, el Tunel, el Pelayo, la Española, Juan José, el Nacional y aquel que se hizo letra de un viejo fandanguillo, "de la Ribera venimos/ roando como melones/ ¿dónde vinimos a caé?/ al café de la Sin Nombre/ en la plaza la Mercé".
Eran jirones de la Huelva soñada y nervio sociológico de su entramado urbano. Situadas a lo largo y lo ancho de su geografía, ocupaban los cuatro puntos cardinales de la ciudad, artesonando al barrio como un embajador del oloroso, el fino, el aguardiente y la solera. Cada cual a lo suyo: la Gavilla, el Mataero, la Morana, las Colonias, Santa Lucia, San Sebastián, Tres Ventanas, Cardeñas, Reina Victoria, el Polvorín, Isla Chica, Huerta Mena, Pozo Dulce, Viaplana, la Vega Larga, los huertos de Paco y Tito y la Navidad.
Allí, las ventas y saraos de Álvarez, Angelito, Cardeñas, Leocadio y el Niño la Isla. Los kioscos, de Ramoni, Paco Isidro, Jarita, la Rubia, Manolín Candón y el puesto Manué, donde los ojos de chiquillería convertían en manjares, las pipas de calabazas, las gamboas, alcatufas y algarrobas, las castañas pilongas y garbanzos tostaos.
Sus rescoldos perduran en la Tertulia de los Jueves en el Suizo Chico. Allí se amasa el pasado de la Huelva chiquita y vecindona. Es como el libro abierto de nuestra identidad: Juan Flores, Julio Díaz Caro, Alberto Casas, Ángel Custodio Rebollo, Antonio Rioja, Manolo Silván, Mamé Tercero, José María Franco, Alfonso Aramburu, Pedro Allepuz, Manolo González, José Ramón Manzano y Camilo, evocan las andanzas de ésta bendita tierra. Léanla. Es de obligado onubensismo.
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