En el complejo mundo empresarial se desarrollan sociedades anónimas, limitadas, multinacionales… Hace ya muchos años existían también las empresas familiares, cada vez menos frecuentes por exigencias del mercado, y porque muchas veces los propios familiares terminaban discrepando sobre la finalidad del proyecto o los medios o las intenciones…

No es este el caso de una firma familiar que ha sabido mantener una clientela fiel a los principios "estrella" del negocio: una buena atención personal y unos productos de calidad. Inevitable pensar, como muestra y ejemplo, en la Cafetería Núñez, en Punta Umbría que, en tiempos de franquicias y "servicio a domicilio", ha sabido apostar por un servicio óptimo, consiguiendo beneficios económicos sin ni siquiera mostrarse en las redes sociales y enfrentándose a una pandemia.

Conmueve rememorar la historia de esta cafetería, que ha vivido y sobrevivido durante cuarenta años, resistiendo con valentía incluso trágicas pérdidas familiares. Su historia ha corrido paralela a la evolución social: Mis hijas estrenaron aquel servicio de comida rápida anterior a las actividades de cafetería y de adolescentes convirtieron las mesas de la terraza de la cafetería en una "sala de estar" donde se "quedaba" con los amigos y se decidía a qué hora irían a "Los Caracoles". Mientras, en las mesas próximas, tomaban café unos abuelitos o una pareja con niños en una armonía inusual entre generaciones tan diversas.

Por todo ello, conocer que la Cafetería Núñez, en la Avenida de Andalucía "puntaumbrieña", cierra sus puertas voluntariamente, no sólo impacta, sino que nos enfrenta a una ineludible y trágica duda: ¿Se acabarán esas "palmeras de huevo" con esa crema única? ¿Olvidaremos ese chocolate, tan caliente como espeso, con el que nos despedíamos a altas horas antes de llegar a casa? ¡Cuántas veces Angustias, Conso y Mª José, (que trabajaba entonces allí y siempre nos hacía reír) esperaron pacientemente que termináramos la copa para cerrar las puertas y, lo más insólito, con una sonrisa de regalo!

Hoy, la familia Núñez, tristemente reducida, no sólo ha mostrado su faceta empresarial apostando por la calidad de sus productos y un buen servicio los 365 días del año, sino que además, nos ha demostrado que el tesón en el trabajo, cuando está asociado con sonrisas y buen humor, no solamente mejora el rendimiento de la empresa, sino que hace feliz a la gente. El último detalle ha sido celebrar una fiesta de despedida ¡Qué arte!

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