Los numerosos y conocidos cabezos implantados en nuestra ciudad, no sólo son monumentos naturales que marcan puntos geográficos de interés, son imprescindibles señas de identidad onubense que merecen no sólo su estudio, sobre todo el arqueológico, sino también el cuidado y mantenimiento en bien de nuestra propia historia y seguridad ciudadana.

Vivir al lado o en las cercanías de un cabezo ayuda a comprender su historia, a sentir una especial predilección por ellos, y a conservar con el paso de los años sus cambiante fisonomías.

Desde que nací, en mi casa paterna, en el barrio de la Merced, mis retinas se llenaron cada día de dos cabezos que durante muchas décadas fueron como dos guardianes que me acompañaron, o dos escoltas que la naturaleza me brindaba para llenar mis retinas de panorámicas indescriptibles.

Hace más de medio siglo escribí una serie de reportajes titulados Los cabezos descubren su historia, que al poco tiempo se aumentaron con otros sobre la Isla de Saltés, llena de leyendas y sorpresas arqueológicas. Y es que a Huelva por cualquier sitio que se la mire está llena de realidades que marcan su pasado, su fama y su historia marinera.

En el paso de los días, el interés por estas elevaciones que son latidos de nuestro propio sentir, tuvieron baches de olvido y despreocupación, que en determinados momentos como en las décadas de los cincuentas y sesentas del pasado siglo, tuvieron un fuerte empuje, raíz de numerosas excavaciones, estudios históricos y el propio nacimiento de nuestro Museo Provincial. Eran los tiempos de Mariano del Amo, Juan Pedro Garrido, la Asociacion Arqueológica Onubense, Carlos Cerdán, José Maria Blázquez, Jose M. Luzón, Paco Gomez, Klaus Clauss, y el recordado y prestigioso en iniciativas, Instituto de Estudios Onubenses. ¡Cuantas horas de trabajos y colaboración a pié de obra con ellos!

Los últimos bastiones de estos Monumentos Naturales onubenses que hemos vivido a su lado y en su estudio, como los cabezos de San Pedro, la Horca, La Esperanza, La Joya, del Pino y Roma, nos depararon numerosas sorpresas y alegrías en el conocimiento del pasado de nuestra ciudad.

Los cabezos de Huelva han tenido un período en que creíamos que iban en camino de su extinción, intentos no han faltado, a consecuencia de los distintos derrumbes ocasionados y transformaciones que la ciudad va teniendo en el paso de los años. No nos perdonaríamos, como hijos de Huelva y amantes de su historia, que alguno muriera o se transformara sin un estudio serio y meditado sobre ellos.

Hoy tenemos un fuerte bastión en su defensa: la Universidad, con personas de prestigio como su rectora Maria Antonia de la Peña, o arqueólogos de la talla internacional como Juan Campos y su equipo.

Los desvelos del Ayuntamiento y de la Diputacion son factores seguros para continuar con el mantenimiento urbano de esas zonas que son banderas de una historia que nunca debemos abandonar por el prestigio de nuestra ciudad y conocimiento su historia.

El pasado será siempre el basamento sobre el que se alce la fama de nuestra tierra. Cuidémoslo.

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