Hoy miércoles los onubenses están convocados a una manifestación para defender, entre otras cosas, los cabezos de la capital. Toda esta cuestión de patrimonio es compleja, pero lo que parece obvio es que hay que protegerlo. Lo de los cabezos suma alguna cuestión más, y es que las ciudades modernas están haciendo una apuesta por las zonas verdes. Y es posible que Huelva, sacrificando sus cabezos, vaya justamente en dirección contraria.

Es decir: el urbanismo no es sólo edificar, el urbanismo es urbanizar, y las zonas verdes, las zonas peatonales, los espacios libres de hormigón y tráfico, incluso libres de tránsito peatonal, deben estar contemplados en esa urbanización. Los cabezos forman parte del paisaje desde siempre, la ciudad se ha conformado alrededor de ellos, hemos aprendido a convivir con esos grandes espacios, en muchas ocasiones intransitables. No hay ninguna razón, desde el urbanismo moderno, para arrancarlos del paisaje, ni siquiera para esconderlos, para tapiarlos.

Es posible que no sepamos muy bien qué hacer con ellos, es posible que no encontremos hoy soluciones de convivencia a medio largo plazo. En algún momento se intentaron soluciones que a la larga no han convencido mucho, como el Parque Alonso Sánchez. Demasiado hormigón. O disparates como el parking subterráneo que se pretendía agujerear en el Parque de la Esperanza. En cualquier caso: no es fácil encontrar soluciones.

Pero si no se tienen esas soluciones (o mientras no se tengan), no tomemos decisiones que condenen, en el futuro la recuperación y el disfrute de los cabezos. Huelva son sus cabezos. Y puede configurarse una ciudad moderna alrededor de ellos. Conseguiremos nuevas fórmulas de convivencia y los enseñaremos orgullosos, como hoy enseñamos el Paseo de la Ría (un paseo al que hace unos años no hubiéramos llevado a pasear a nadie). Pero eso sólo ocurrirá si se conservan, si se respetan.

Así que, por favor, no seamos cortoplacistas con el urbanismo. Soñemos una ciudad para dentro de cincuenta o cien años, y no tomemos decisiones que pongan en peligro ese sueño. Quizás no seamos nosotras las que terminemos de dibujar el paisaje, pero no entorpezcamos a los que mañana quieran hacerlo.

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