Bucle

Nos empeñamos en alimentar el conflicto, en enfrentarnos por cualquier razón, sea fútbol o política

No hace tanto que estábamos deseando un feliz año, que nos hacíamos propósitos de mejora para este 2019. Y apenas comenzado el panorama es desolador, como si no quisieran darnos respiro a los ciudadanos, como si nos hubieran condenado a vivir en este bucle de violencia, recortes, y estupidez. De alguna oscura manera pareciera que disfrutamos alimentando el conflicto y naufragando en él.

Mientras algunos han comenzado el año negando la violencia machista, relativizando su magnitud, resulta que cada semana, cada semana, nos encontramos un nuevo feminicidio, un rosario insoportable que no parece querer detenerse. Y de la misma forma hemos aprendido a convivir con los cadáveres que llegan con el oleaje a nuestras costas, por centenares, gente que sólo aspiraba a mejorar un poco sus duras condiciones de vida y que acabaron bruscamente su migración. Un drama que nos duele regular, porque tenemos varios barcos de salvamento amarrados a puerto.

Y para completar el relato tenemos a los taxistas colapsando las dos grandes ciudades del país, defendiendo su pan con formas poco ortodoxas, ante multinacionales amables que representan a las nuevas formas de hacer negocio: bajos costes laborales y grandes capitales anónimos.

El mundo es áspero, difícil de sobrellevar, pero es que nos empeñamos en hacerlos más áspero aún, nos empeñamos en alimentar el conflicto, en enfrentarnos por cualquier razón, sea fútbol o política. Nos gusta llevar la contraria, salirnos con la nuestra, romper el consenso, gritar, imponernos, y esa forma de ser la trasladamos a cada ámbito.

En el fondo es la manera de mirar, el ombligismo de la sociedad, que nos hace centrarnos en lo nuestro, que nos hace olvidar al que llega de lejos buscando refugio, que nos hace olvidar las razones oscuras del machismo ancestral, que nos hace olvidar al vecino. Hace unos días alguien me decía que los cambios reales empezaban dentro, en lo personal, y que la primera revolución es la que hemos de hacer cada uno. Y no me lo decía una persona centrada en sus cosas, sino alguien dedicado generosamente al bien común, pero consciente al mismo tiempo de que o aprendemos a mirar el mundo de otra manera o seguiremos en este bucle.

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