Robo. Los tribunales europeos hablan de "cláusulas abusivas", pero aquí vamos a llamar a las cosas por su nombre. Con premeditación, porque desde hace 22 años los sucesivos gobiernos sabían que las leyes hipotecarias españolas incumplían la normativa europea y habían recibido numerosos avisos; y alevosía, porque los bancos tuvieron buen cuidado de colocar en todas y cada una de las hipotecas determinadas estipulaciones, ahora declaradas nulas, que les aseguraban los beneficios, o les permitían reclamar de golpe toda la deuda más intereses.

Indefensión. Palabra que resume bien la situación de las familias puestas contra la pared. No hay datos fiables, pero las estimaciones hablan de que casi la mitad de los españoles pueden estar afectados por contratos hipotecarios abusivos. Personas indefensas porque ni se enteraron de la extorsión (las cláusulas están bien camufladas), ni muchas de ellas pudieron impedir que los bancos se quedaran con sus casas, ni ahora tienen garantías de que les restituyan lo que les corresponde. La propia banca calcula que devolverá sólo la mitad de lo cobrado en exceso y no hay mecanismos establecidos para recuperar la vivienda perdida.

Estafa. O también, sigilosa y calculada máquina de engañar. Una legislación fraudulenta, unos jueces con las manos atadas, un sistema financiero privado sostenido con dinero público y un Gobierno sin voluntad de amparar a los consumidores: no detuvo con contundencia el desastre de los desahucios ni está dispuesto a promover un giro en el derecho a la vivienda.

Solidaridad y organización. La única luz en todo este largo túnel. Gente que ha sabido ir más allá de su problema, que se ha unido a otra gente, que ha actuado en la calle, visibilizando un drama social muy serio, y también en los despachos. Tras los cuatro años de goteo incesante de sentencias contra la legislación hipotecaria hay abogados que han echado muchas horas, voluntarios que han acompañado a los afectados, asociaciones de consumidores, movimientos que han dado voz a las personas, empoderándolas, dignificándolas. El "Sí, se puede" es una realidad.

Símbolo. Lo sucedido en el mercado inmobiliario es parte muy significativa y ejemplar de una crisis que va más allá de lo económico. Intervienen todos los elementos que han resquebrajado el pacto social del siglo XX, y se apuntan propuestas que señalan un nuevo rumbo. La última palabra de este breve diccionario aún está por escribir.

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