Desde la ría
José María Segovia
Hoy es Navidad
Una hoja de cálculo que dejaba de tener los números rojos. Así empezó esta extraña fiesta. Esta competición mercantilista por poner en tinta negra el listado, el negocio. Y haciéndolo coincidir con el cuarto viernes del mes de noviembre. Es decir, justo un día tras la celebración de Acción de Gracias, una festividad que ni nos va ni nos viene y que yanqui se queda. Pero la del consumismo a mansalva bien que se ha exportado desde Estados Unidos a todo rincón del mundo donde el capitalismo salvaje abunde. Vender. Vender mucho. Vender y comprar. Comprar mucho. Comprar. Hacer caja. Unas rebajas encubiertas que de un día ya se extienden a una semana, como si se hubiera derramado el tintero. No sé si estarán conmigo en que un viernes es una mancha pero siete jornadas ya se convierten en un tachón. Y ya aparece en todas las publicidades, propagandas, nos invade las búsquedas online y en las redes sociales. No hay escapatoria. Hasta marca el arranque del alumbrado y las actividades navideñas, al menos en la calle, porque en mi casa el pistoletazo es, ha sido y será, con el puente de la Constitución-Inmaculada.
Y no me quejo de descuentos y rebajas, de abaratamientos y ofertas, con lo larga que se nos está haciendo esta cuesta de enero… A ver quién nos salva. Porque la cosa está oscura. Como tan bella y dolorosamente señaló Pau Donés: Vivir es urgente. Toca rescatar a la persona de tanta vorágine. Todo sube mientras uno baja. La rebaja, el recorte, es el día a día. Así afrontamos la mañana, la tarde y la noche, computando el precio de la luz con el algoritmo de las lavadoras y las vitrocerámicas. Por eso cualquier pequeño desajuste nos desequilibra tanto, afrontamos la vida en números rojos. Entre necedades y necesidades. Y uno mira el alrededor, la mecha corta, y el espejo del pasado. Cada vez más enemistados con nosotros mismos. Cada vez más doloridos y más quejosos. Negro. Negro y más negro. Sin darnos cuenta, estamos en saldo. Vamos esquivando el calendario y ya llegamos justitos a noviembre. 2024 está a la vuelta de la esquina, como quien dice, pero no se ve un cambio de tendencia, ni social ni económico ni político (no hablo de partidos sino de creencias). A ver qué juguetito nos calma en este Black Friday para que el blanco sea blanco.
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