Khalil Gibran decía que "la tristeza no es más que la valla entre dos jardines", así que si tienes ganas de llorar, si la tristeza inunda tu alma y sientes que caes hasta lo más oscuro de una cueva y no ves la luz, mantén la calma. Si notas en tu pecho presión, si tus ojos sólo derraman lágrimas de dolor y el sueño es tu único consuelo, mantén la calma. Hoy estamos solos: nadie nos ve, nadie nos oye. Un gato maúlla a lo lejos y las nubes cubren las estrellas que el otro día veías.

Mírate fijamente a los ojos, el espejo refleja tu yo más real. Hoy vas a tener la dicha de sentir lo que quieras, no lo que te toca. Fuera máscaras: las que esconden tus notas al pie de página, las que cantan al son del papel que interpretas, las que se venden caras. Bebe vino, llora por lo que no has gritado, por las palabras que no has dicho y por los sueños que dejaste atrás. Quítate la ropa, danza y que las penas bailen contigo, te cojan de la mano y te susurren al oído; escúchalas, sólo por esta noche, para que no te acompañen todos los días.

Tú no eres esa foto perfecta que nos enseñas, o quizás sí; a ratos, los viernes y también los sábados. Hoy eres la foto del domingo por la tarde que no vemos, esa foto que no haces. Hoy eres malos pelos y desayuno para la cena. Montaña de ropa en la silla de la habitación y los platos por fregar. Mañana será otro día, menos triste seguramente. Goza de tus días grises. Lo mejor es abrazarlos con fuerza y caer con ellos, hasta el fondo. ¿Para qué? Para poder resurgir y paladear lo que nos traiga el amanecer, para sentir que estamos vivos y que no todo es luz. Sírvete de lo bueno y de lo malo, los dos forman parte de ti. No tapes lo que duele porque al final te tocará en el hombro cuando menos te lo esperes y te darás la vuelta sorprendido. Verás la cara oscura de lo que escondían tus risas forzadas y tu empeño en no encarar lo que te tocaba. Ríe ahora porque es lo único que podrás hacer: risas amargas a destiempo.

Date una tregua, no te resistas. Relaja tus hombros, respira hondo y echa todo lo que tengas que echar: llora, ríe y vuelve a empezar. Yo no me preocuparé, no me angustiaré por lo que vendrá, no sirve para nada. Disfrutaré de ese vaso de vino y de mi maraña de lágrimas amargas. Lloraré cuando todos duerman, abrazaré mis penas más saladas. Mañana será otro día de risas en la pantalla, de fotos perfectas y de miradas que engañan.

Gloria Fuertes será la que se despida por mí, hasta la próxima semana: "El dolor envejece más que el tiempo, este dolor dolor que no se acaba, y que te duele todo todo todo sin dolerte en el cuerpo nada nada. A tantos días de dolor se muere uno, ni la vida se va, ni el corazón se para, es el dolor acumulado el que, cuando no lo soportas, él te aplasta. Mi accidente será un buen epitafio: cuando una calle bajo el sol cruzaba, de dolor- o de amor- es lo mismo, murió desbaratada".

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