Mucho antes

Leed la Carta Europea de Derechos Fundamentales y la Declaración Universal de los Derechos Humanos

Antes que usted ellos también lo dijeron. Antes que usted, señora Celaá, ministra del Gobierno de España, hubo quien dijo que los hijos no pertenecen a los padres. Y mucho antes de que usted, señor Ábalos, ministro del Gobierno de España, dijera la memez política de que hay que asegurar la libertad de los hijos y no la de los padres, unos cuantos también lo dijeron. Y antes que tú, María Jesús Montero, ministra, colega y compañera de profesión, te sumaras a este carro de barbaridades propias de regímenes liberticidas, otros coincidieron contigo y con tus colegas de gabinete. A los tres os recuerdo hoy que los mayores criminales en serie de la historia de la humanidad, Stalin y Mao, unos sesenta millones de asesinados a sus espaldas, proclamaron exactamente lo mismo que vosotros estáis diciendo ahora para contentar a vuestros socios de gobierno. Pero no fueron los únicos tiranos que vieron en el control de los niños y jóvenes el arma infalible para destruir la familia y dominar la sociedad de cabo a rabo. Otros verdugos de la humanidad también lo hicieron. Así, Hitler, Honecker, Ceaucescu, Castro y demás escoria humana tuvieron predilección por este tema. Tengo delante de mí dos imágenes de Stalin y Hitler. El primero con un alegre niño en los brazos que agarra una banderita roja con la hoz y el martillo. En la otra un sonriente Hitler recibe con un abrazo las flores de unos niños mientras un texto reza "nuestros jóvenes para el führer". Pero dentro de las infernales intenciones de estos monstruos no estaba, hasta donde sé, la idea de adoctrinar sexualmente a menores de edad, que por ahí van los tiros.

Posiblemente alguno fuese pederasta, pero no se les ocurrió introducir esta materia en los planes de enseñanza. Me parece que en las escuelas nazis de Alemania, y comunistas de Rusia, no se enseñó a niños menores de seis años a "descubrir la sexualidad" ni a menores de edad, en general, a poder elegir su sexo, a abortar, a convertirse en cuerpos puramente sexuales exentos de cualquier otra idea noble, decente y superior. Vosotros, parece que sí estáis por la labor. Y no es que os halláis convertidos en puros monstruos de la razón, no lo creo. Simple y bárbaramente es por haceros simpáticos a vuestros socios de gobierno que hace tiempo andan en estas cosas. Mirad y leed, queridos, el punto 27.3 de la Carta Europea de Derechos Fundamentales y el punto 26.3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En ambos se proclama que la educación de los hijos es asunto primero y preferente de los padres. Sacad vuestras manos de nuestros hijos. No lo intentéis siquiera.

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